Saturday, January 27, 2007

Meditación: ¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?

¿Aún no tienen fe?

Evangelio:
Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.

De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jésús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”.

Meditación:
Para los apóstoles el poder de Dios sobre las fuerzas de la naturaleza se manifiesta en este episodio y se dan cuenta de que ese poder lo tiene su Maestro.

A la luz del Evangelio veo, Señor, que me pides ayude a las personas a pasar contigo “a la otra orilla” y así embarcarse en la aventura de la fe que irá dándole un sentido a sus vidas. Hay muchas barcas que nos ofrecen hoy en día la navegación fácil en las que el criterio del hombre marca el rumbo… Sólo hay una barca en la que Jesucristo está presente y que le pertenece, y esa es la barca de la Iglesia.

Navegar en ella no nos exime de enfrentarnos con vendavales y marejadas, mas nos da la seguridad de que el Señor las calma. Tú sabes, Señor, lo fácil o lo difícil que el año se me presenta pero sea como sea, he de comprometerme a pasar contigo a la otra orilla y dejar de una vez la seguridad de la mía, porque sé que el miedo o el temor que nos causa lo que en el mundo se está viviendo sólo se supera teniendo fe en la compañía de Jesucristo resucitado.

Quizás sería bueno recordar las veces que, ante un peligro inminente, el Señor, que creíamos estaba ausente de nuestra vida, nos ha rescatado: el accidente que sobrevivimos, la calumnia de mi prójimo, la tentación del maligno, la fuerza de las pasiones, el error que me proponía un rumbo equivocado… ¡Tan presente como con los apóstoles en la barca, ha estado Jesús con nosotros! Tomemos un momento para agradecerle al Señor todo ello… Me hace pensar también este texto del Evangelio que si a veces me encuentro con personas que dejan suelto el vendaval de la maledicencia, con la ayuda del Espíritu Santo y la compañía de Jesucristo, he de pedirles que calmen la lengua.

Reflexión Apostólica:
Cuando los contratiempos y dificultades amenacen con desmoralizarnos, pensemos rápidamente en este texto del Evangelio. Jesucristo está con su apóstol y lo saca adelante ante cualquier suceso.

Propósito:
Ayudar a esa persona a vencer sus temores y miedos.

Meditación: Personalizar el amor

Hay mil cosas, circunstancias que se escapan a nuestro entendimiento humano, corto, pequeño.

Evangelio:
Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha". Les dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas". Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Meditación:
En en evangelio de hoy se nos dice que Jesús hablaba a la gente con parábolas y a los discípulos se lo explicaba todo en privado. Porque a cada uno Dios nos da una capacidad de entendimiento y acorde a ella podemos entender.

No entiendo, no comprendo, no acabo de verlo claro. Cuántas veces nos ha pasado esto ante las circunstancias de la vida. Paseaba san Agustín por la playa y vio a un niño jugando en la orilla. Lo veía coger agua y echarla en un agujero hecho en la arena. San Agustín le preguntó qué estaba haciendo y el niño dijo que pretendía meter todo el agua del mar en el agujero. San Agustín exclamó que eso era imposible y el niño le increpó: eso es lo que tú intentas hacer tratando de comprender todo el misterio divino.

Hay mil cosas, circunstancias que se escapan a nuestro entendimiento humano, corto, pequeño, limitado. Podemos revelarnos y luchar contra esa pequeñez o podemos ser humildes y aceptar nuestras limitaciones. Solo aceptando con humildad nuestros límites podremos conocernos y aceptarnos para superarnos, para acercarnos más a Dios. Y como el grano en la tierra, crecer poco a poco hasta convertirse en el fruto que Dios desea recoger para llevarlo a su reino.

Dios mío, ayúdame a no obcecarme en cosas de este mundo, alimenta de fe mi corazón. Señor creo, pero aumenta mi fe.

Propósito:
Hoy obedeceré en algo que me cueste y lo haré con alegría.

Meditación: Historias siempre nuevas

Transmitir el evangelio, una misión de ayer, de hoy y de siempre.

Evangelio:
Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cegerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y estos quedarán sanos".

Meditación:
El mandato misionero que el Señor da a sus discípulos no tiene límites geográficos o temporales. Después de los primeros años de anuncio del Evangelio podemos constatar que estos pescadores de hombres lograron llevar el mensaje de Cristo hasta los extremos del vasto Imperio Romano. Pero, seguramente, todo esto no se habría producido con la misma rapidez si no hubiesen podido contar con la predicación de San Pablo. Saulo no fue uno de los Doce, no vivió con Cristo ni lo conoció personalmente. ¿De dónde sacó tanto celo y amor por el Señor? Su vocación de seguidor de Jesús fue especial. La aparición durante el viaje a Damasco, su profunda conversión y el cambio radical de su vida hicieron de él -con su carácter apasionado y fogoso- un óptimo apóstol y teólogo. Su formación y su condición social le ofrecieron la posibilidad de dialogar con muchos y de acercar a muchos a Cristo.

La historia de cada vocación es siempre personal e irrepetible: no hay dos iguales. Entre las características que definen el amor de Dios se encuentra la capacidad de cautivar a hombres y mujeres de todos los tiempos. Ahora, como hace veinte siglos, Jesús continúa llamando y enviando a predicar a todas las naciones. La misión no se ha terminado, porque cada época tiene necesidad de hombres nuevos que mantengan vivo y actual aquel infinito amor de Dios. Tal vez, nos sucede que olvidamos que parte de nuestra responsabilidad como cristianos está precisamente en contribuir a la extensión del mensaje de Cristo. Aunque uno no haya recibido la vocación específica a la vida religiosa o sacerdotal, si se considera auténtico seguidor de Cristo, no puede ni debe quedarse al margen.

Siempre hay oportunidades de ser más dinámicos en nuestro testimonio de vida cristiana. Busquémoslas con el deseo de transmitir al mayor número de personas el anuncio del Evangelio. No se esconde la lámpara debajo de la cama. No podemos callar el hecho de que Cristo ha resucitado y permanece con nosotros hasta el final de los tiempos. No sería justo conservar el tesoro de nuestra fe como propiedad personal y exclusiva. La fe es expansiva y se responde a ella con lealtad. Es una historia de amor que siempre inicia Dios, pero Él desea recibir nuestra respuesta generosa.

Haz, Señor, que mi entrega sea real y sincera. Señor, tú lo puedes todo: enséñame a seguirte con autenticidad y fidelidad.

Propósito:
Dedicaré mis momentos de reflexión y oración a agradecer a Dios el don de la fe y a pedirle que me la acreciente cada día más.

Meditación: Elegir el terreno

Dios nos pide que demos a los demás esperando recibir algo, pero en la otra vida.

Evangelio:
Marcos 4, 1-20
Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.

Meditación:
En esta parábola Jesús nos pide frutos. Nosotros somos el terreno, y en cada uno esta elegir el tipo de terreno que queremos ser. Según orientemos el camino de nuestra vida dejaremos que anide o no su palabra y su amor en nuestros corazones.

Vivimos un momento histórico en el que está de moda "encontrarse a uno mismo". Muchas son las corrientes que nos invitan a ello y que nos ofrecen como golosina la felicidad. Muchas de estas corrientes paganas hablan de dar a los demás sin esperar nada a cambio como una de las herramientas para alcanzar la felicidad, pero esconden un trasfondo de egoísmo, bajo un velo de generosidad hay un significado oculto: si no esperas nada, nada te desilusionara. Es decir, renuncian a la esperanza. Algo que Dios nos pide que tengamos; sin esperanza no hay felicidad. El mensaje de Jesús es más positivo: da sin esperar nada a cambio, salvo amar a Dios, sabiendo que tu recompensa estará en la otra vida, sabiendo que a cambio ganarás la vida eterna. La cosa cambia, Jesús no nos dice que no esperemos nada a cambio, sino que no esperemos recibirlo en este mundo; nos ofrece, además, la gloria eterna en la otra vida.

En esta parábola nos cuenta cómo actúa la palabra en los distintos terrenos, y curiosamente es en la tierra fértil en la que tarda más en florecer y dar fruto, aunque también es en la que está bien enraizada. Dando una importancia extrema a la raíz, a lo de dentro, algo que sólo puede lograrse con la oración, con el encuentro diario, cotidiano con Dios. También vemos que lo exterior, las formas son importantes, porque los abrojos la ahogaron y no dio fruto. Quizá aquí se nos pide, para ser tierra buena, que cuidemos esa forma de hacer las cosas, que no hagamos cosas buenas que parezcan malas, que no escandalicemos... Se nos pide mucho, es cierto, pero también se nos da todo, en la otra vida y la gracia en esta.

Dios mío, ayúdame a convertir mi corazón en tierra fértil para que tu palabra anide y dé los frutos que quieres de mi. No dejes que la esperanza se aleje de mi corazón.

Propósito:
Veré qué es lo que tengo que pulir en mi vida y en mi corazón para ser tierra fértil.

Meditación: Quiero ser de tu familia

Un camino intachable en la fidelidad a la voluntad de Dios.

Evangelio:
Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" y, paseando la mirada a los que estaban a su alrededor, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre".

Meditación:
Este pasaje que hoy nos muestra el Evangelio, es uno de esos momentos donde Jesucristo parece que es especialmente duro con las personas, sobre todo con su madre. Ya sabemos que cuando se habla de hermanos o parientes en la literatura semítica se trata de un sinónimo de familiares cercanos o incluso conocidos muy cercanos que no son familia. Pero lo que es claro es que Jesucristo está reconociendo la labor de María.

Estás, Señor, rodeado otra vez de mucha gente y alguien te interrumpe para decir que están fuera tu madre y algunos parientes tuyos. Tú contestas: "El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi pariente y mi madre". Es verdad, Señor. Si alguien ha sido capaz de seguir la voluntad de Dios esa ha sido tu Madre. Precisamente el inicio del camino de María se encuentra su "he aquí la esclava del Señor; hágse en mí según tu palabra". Pero es que además Ella ha caminado siempre por esa misma senda. La llegada al templo para la presentación y la profecía del dolor que tendrá que sufrir, la pérdida en Jerusalén, la huida a Egipto, el momento de la pasión... Siempre fiel, cumpliendo lo que Dios le ha pedido. Así vive María, como dice el evangelista Lucas, meditando todas esas cosas en su corazón.

Un recorrido intachable en el seguimiento fiel y sin tapujos de la voluntad de Dios, un camino que comienza cuando recibe con alegría la misión de ser madre del Mesías, y que termina con la aceptación de ser madre de todos. Una voluntad de Dios que nace en lo secreto de una casa en Nazaret, y que termina en el gozo de ser la primera que vive la realidad de lo que Dios tiene reservado como premio a los que le han sido fieles, eso sí, pasando por la soledad del calvario. Por eso, Señor, quiero ser de los que tu llamas "tus parientes"; enséñame a ser fiel a ese camino como lo fue la Santísima Virgen.

Hoy te invoco a ti, Virgen María, para que me otorgues la gracia de seguir tu ejemplo en el camino del cumplimiento de la voluntad de tu Hijo. Te pido el don de la sencillez de corazón para poder ver con claridad lo que es más importante y no perder el tiempo en dar vueltas a todo aquello que en el fondo no tiene otro interés que mi propio orgullo o egoísmo.

Propósito:
Ofreceré algún sacrificio a la Virgen María para que lo aplique a las almas más necesitadas.

Meditación: Señorío de Cristo

Qué tercos somos los hombres. Si no haces milagros, nos quejamos de que no puedes demostrar tu divinidad; si los haces decimos que obras bajo el signo del mal.

Evangelio:
Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían: "Tiene dentro a Belzebú". Y añadían: "Con el poder del príncipe de los demonios expulsa a los demonios". Jesús los llamó y les puso estas comparaciones: "¿Como puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede permanecer. Si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede permanecer. Os aseguro que todo se les podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será considerado culpable para siempre".

Meditación:
El poder de Dios a través de los diferentes momentos de la historia y de los diversos pasajes del Antiguo Testamento nos impresiona bastante. Es un poderío sobre las cosas más habituales, una seguridad en las guerras contra los enemigos. Es quien unge a los reyes, quien decide a través de sus escogidos los destinos de su pueblo. A veces olvidamos que Dios quiere decir todopoderoso.

Cristo también me muestra su poder. Hemos meditado hace poco cómo los mismos demonios son capaces de reconocer su señorío sobre la creación, ese señorío que ahora ponen en entredicho los escribas, acusándole de ser el príncipe de los demonios. Señor, Tú no te complicas; les haces ver con sencillez lo absurdo de su razonamiento. Podrías haber hecho en ese momento alguna otra proeza y les hubieras dejado boquiabiertos, pero no. Con paciencia les intentas explicar que eso no es posible. ¡Qué tercos somos los hombres de vez en cuando! Si no haces milagros, nos quejamos de que no puedes demostrar tu divinidad; si los haces decimos que obras bajo el signo del mal. Desde luego, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Te pido, Señor, que no me suceda esto a mí. Que no sea uno de esos racionalistas que quiere pruebas de todo y que luego, cuando las tiene, no desea creerlas. Ese es fruto del pecado contra el Espíritu Santo. Tú nos haces ver nuestro camino, nos muestras con claridad tu mensaje, nos persigues con tu amor, y nosotros lo vemos pero no queremos verlo. Decimos que son imaginaciones nuestras, que es el poder del maligno o que es algo parapsicológico. No estamos dispuestos a arrepentirnos de nuestra vida y deseamos optar por nuestro propio egoísmo antes que doblar nuestra rodilla ante ti.

Concédeme, Señor, la gracia de poder escuchar con claridad las mociones del Espíritu Santo. Que mi inteligencia se pliegue a tus enseñanzas, que mis deseos y voluntad se unan sin dificultad al camino y amor que me propones.

Propósito:
Me esforzaré de ver cómo me habla el Espíritu Santo a lo largo de mi día y apuntaré en una libreta sus inspiraciones.

Meditación: Dios sabe más

Frente al amor de Dios: no preguntemos, más bien respondamos; no exijamos, más bien entreguémonos.

Evangelio:
Lucas 1,1-4;4,14-21
Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto, impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que está escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comezó a hablar diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".

Meditación:
En algún momento de nuestra vida todos nos preguntamos: ¿Qué quiere Dios de mi? ¿Qué es lo que tengo que aportar a su obra? San Lucas comienza su Evangelio explicando el cómo y el porqué del mismo. Imagino que cuando empezó a recopilar y escribir no tenia ni idea de lo importante que sería para la Iglesia dicha narración. Seguro que era consciente de la importancia de su entrega pero casi seguro que desconocía la trascendencia y el servicio a los intereses de la Iglesia de Cristo que su evangelio iba a tener.

En algunos momentos de nuestra vida nos preguntamos si merece la pena seguir luchando, si todo esto sirve para algo. Normalmente son momentos de tiniebla, de angustia... Creemos que necesitamos ver algún fruto para poder seguir caminando. Cuando no vemos ese fruto es porque realmente no necesitamos verlo, porque no es lo mas adecuado para nuestra alma en ese momento. Dios sabe más. ¿Quiere esto decir que nuestra entrega es estéril? No, quiere decir que nuestros frutos cuando estén maduros serán recogidos por quien tengan que serlo.

No debemos olvidar nunca que la entrega al amor de Cristo siempre es fecunda y útil. En un edificio, la piedra más importante siempre es la que está bajo tierra; la que está más a la vista, la que adorna, siempre es sustituible, sin ella el edificio se sostiene. En cambio, sin unos buenos cimientos los edificios se caen. Frente al amor de Dios: no preguntemos, más bien respondamos; no exijamos, más bien entreguémonos.

Jesús, no me permitas titubear, no me dejes caer en el desaliento, no dejes que me aleje nunca de ti.

Propósito:
Hoy ofreceré un acto que me cueste por el bien de la Iglesia.

Meditación: Loco de amor por ti

Para estar loco por ti, Señor, necesito que abras mi corazón al amor que proviene de ti.

Evangelio:
Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Meditación:
Los sábados del año la Iglesia mantiene como algo tradicional el dedicarlos de manera especial a la Santísima Virgen. Renovemos pues la conciencia de lo que significa tener una Madre así, que desde el cielo vela y habla a su Hijo de cada uno de nosotros. Ella es la intercesora, por ella llegamos con más facilidad al Señor. Tengamos en cuenta como se preocupa de nosotros y no la olvidemos en nuestra devoción.

Los parientes de Jesús decían que se había vuelto loco. Señor, si de ti dijeron esto, ¿por qué me extraño cuando dicen algo parecido de mí? También quiero que digan que estoy loco, loco de amor por ti. Pero para eso necesito que abras mi corazón al amor que proviene del tuyo. Aquí estoy, pues, ante ti. Imploro que me llenes de tu amor. Que entienda lo que significa verme lleno de ti que comprenda la felicidad profunda que se experimenta cuando ya no soy yo quien vive sino Tú el que vive en mí.

Dame la gracia de amarte, Señor, de poder abrazarte de disfrutar estando contigo, de poder sentir que te cojo de la mano, que me apoyo en tu regazo, como lo hizo Juan en la última cena. Quiero sentir de verdad que eres mi amigo, que estamos juntos, que late mi corazón al unísono que el tuyo que soy capaz de amar a todos los hombres, que soy capaz de morir por amor. Sí, quiero experimentar la locura de amor que experimentaron los apóstoles, que vivieron los santos y los mártires, capaces de enfrentarse a la muerte con una gran sonrisa en la boca porque eso suponía la manera más rápida de encontrarte y de disfrutar de la unión contigo. Hazme probar la miel de tu inmenso amor.

Señor, te veo en la cruz clavado y quiero estar a tu lado siempre contigo. María, dame la gracia de gustar el verdadero amor de Cristo para después poder transmitirlo a los demás.

Propósito:
Haré tres actos en los que le demuestre a Cristo mi verdadero amor.

Meditación: Caminando con Dios

Jesús llamó a los que Él quiso, para que se quedaran con Él.

Evangelio:
San Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con Él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.

Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir “hijos del trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeó, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.

Meditación:
El Evangelio de hoy nos dice que Jesús llamó “a los que Él quiso”. Esto nos hace pensar en la vida como una “vocación” a la comunión con Dios. Somos invitados a entrar en relación con Dios en el amor. No estamos solos construyendo nuestra vida, Dios camina con nosotros en medio de nuestros quehaceres y si lo dejamos, Dios entreteje con cada persona una maravillosa historia de amor, única e irrepetible.

Aunque cada uno debe descubrir su vocación personal y responder con generosidad a ella, sea en la vida consagrada o en el matrimonio, todos tenemos una vocación común: la del amor. Nadie puede sentirse plenamente realizado sino es en la entrega de sí mismo. El amor es el obrar más excelente y nos muestra qué y cómo somos en cuanto personas. La persona obra en grado excelente cuando ama de verdad, y el amor es siempre donación.

Por otro lado, conviene recordar que este evangelio es uno de los pasajes más elocuentes que nos hablan de la voluntad de Jesús de constituir a la Iglesia. Jesús escoge a los Doce para fundar con ellos su Iglesia. Por eso, si queremos encontrar a Jesús no lo podemos hacer fuera de la Iglesia que Él mismo fundó.

Reflexión apostólica:
Ver si realizo mi apostolado de acuerdo con los pastores de la Iglesia que son los representantes de Cristo en la tierra.

Propósito:
Hablar siempre bien de los sacerdotes y no permitir la difamación que es contraria a la caridad.

Meditación: Testimonio de Cristo

Los espíritus inmundos gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”.
Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Evangelio:
San Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.

Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.

En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Meditación:
Los Evangelios permiten seguir paso a paso a Jesús, en su labor apostólica. En este pasaje vemos que la muchedumbre rodea a Jesús para escucharle. Podemos imaginar la escena. El número de los que oían a Jesús creaba ciertas dificultades, al punto tal, que dice el Evangelio, “estaba a punto de aplastarlo”. El maestro pide subir a una barca, desde ahí invitaba Jesús a los hombres a participar de su Reino.

Nosotros también estamos llamados a colaborar con la extensión del Reino de Cristo entre los hombres. No podemos esconder, ni conservar para nosotros la fe en Cristo. Pensemos que la primera forma de evangelización es el testimonio. Las personas creen más en la experiencia de vida y en los hechos que en las teorías o las palabras. La primera forma de testimonio es la vida personal o familiar, que hace visible nuestro modo de comportarnos. El cristiano que, aun con todos los límites y defectos humanos, vive con sencillez según el modelo de Cristo, es un testigo de Dios y de las realidades espirituales. Todos en la Iglesia, podemos y debemos dar este testimonio.
El testimonio, al que el mundo es más sensible, es la práctica de la caridad. Esa capacidad de donación, que contrasta profundamente con el egoísmo presente en el mundo, hace surgir en los demás unas preguntas precisas que orientan hacia Dios. ¡Nuestro testimonio coherente, puede impulsar a otros a seguir a Cristo!

Reflexión apostólica:
Si quiero hacer algo por los demás, la primera buena obra será la de dar un buen testimonio en mis palabras y comportamientos, en todo tiempo y lugar.

Propósito:
Analizar qué hay en mi comportamiento que pueda ser antievangélico y tratar de quitarlo de mi vida para dar un mejor testimonio de Cristo.

Meditación: El amor de Jesús

Curó a muchos enfermos de diversos males

Evangelio:

San Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, todo pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que 1os demonios hablaran, porque sabían quién era Él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.


Meditación:

Jesús nos da ejemplo perfecto de amor a Dios y amor al prójimo. El Evangelio de hoy nos habla de este amor de Jesús por su Padre y por los hombres, nos dice que después de pasar la tarde curando y sanando a los enfermos y poseídos, se levantó temprano para ir a orar. Jesús nos enseña que la fuente del amor es Dios y que es necesario orar, dedicar tiempo a hablar con Dios, para de ahí tener la gracia de amarlo en los demás.

Ahora bien, el amor no es solamente un sentimiento. El amor es donación. Y el amor al prójimo no se dirige sólo a quienes de hecho ya amo: mi familia, amigos, personas que nos hacen el bien. No. La autenticidad de la oración cristiana se prueba en la caridad hacia los otros, especialmente hacia las personas que no me agradan, me son antipáticas o quienes no conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios. Allí se aprende a mirar a las personas no ya sólo con nuestros ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Pero si en nuestra vida falta el contacto con Dios, no podremos reconocer en los otros la imagen de Dios. Y si en nuestra vida omitimos la atención a los demás, entonces nuestra relación con Dios no es auténtica.


Reflexión apostólica:

Reflexionar ¿cuánto tiempo a la semana dedico a Dios y a los demás?


Propósito:

Dedicar hoy un tiempo a ayudar a alguien.

Meditación: Generosidad

El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.

Evangelio:
San Marcos 2, 23-28
Un sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”
Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.

Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Meditación:
La observancia del sábado era para la gente, el pilar del orden establecido por Dios. Sin embargo, Jesús les aclara a los fariseos que el sábado fue hecho para el hombre, y no al revés.
El Evangelio hoy nos llama a estar al pendiente de las necesidades de los más desprotegidos y a compartir lo propio invitándonos a la generosidad, y no sólo en lo material, sino también en lo espiritual y hasta en lo emotivo. Señor, veo, a cada momento, el valor que para Dios tiene el hombre, pues cuestionas cualquier precepto que no tome en cuenta el bien del prójimo y enfatizas que la persona ocupa el primer lugar en cualquier evento y circunstancia. Para Jesús todo se fundamentaba en la dignidad del hombre y el amor al prójimo, y yo, ¿en qué fundamento mi actuar? He de estar pendiente porque con un enfoque equivocado ni los actos de piedad, ni las limosnas, me acercarán a Dios.

Al hacer Jesús una defensa de los discípulos sobre la observancia del sábado, me pones a pensar, Señor, en la preocupación
social, en el bien común, en la solidaridad y en la necesidad que hay de aplicar estos principios en la vida de todos los días y con las personas que convivo. Es bueno revisar la conciencia pues puede ser que en algún momento, sin darnos cuenta, estemos supeditando el bien de alguien a nuestro interés, o con actitudes inflexibles neguemos al prójimo la libertad de “ser y hacer”. Señor, ayúdame a ser capaz de dejar a un lado esas prácticas que he adoptado como “leyes”, sin serlo, y que impiden abrirme y salir de mi “orden y rutina organizada”, para saber contemplar y entender al otro, en su necesidad. Quiero hoy aprender de Jesús, a no juzgar duramente a aquellas personas que “según yo” puedan estar infringiendo leyes que sólo son costumbres, y a las cuales me aferro como si fueran sagradas.

Reflexión apostólica:
Busquemos que la pureza de intención, la sencillez y, antes que nada, el amor al prójimo sean los que guíen nuestros actos. Este es un llamado a servir a los demás. Demos testimonio de servicialidad, como forma de concretar la caridad.

Propósito:
Evitaré prejuiciar a mi prójimo.

Meditación: Espíritu nuevo

Mientras el novio está con ellos, no pueden ayunar.

Evangelio:
San Marcos 2, 18-22
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”
Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? Mientras está con ellos el novio, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el novio les será quitado y entonces sí ayunarán.
”Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.

Meditación:
Este pasaje del Nuevo Testamento nos hace reflexionar en que debemos vivir nuestra fe y nuestro cristianismo no con “espíritu viejo”, como si fuera una obligación pesada y fastidiosa, sino con “espíritu nuevo”. ¡Cristo es nuestro Salvador y por eso estamos de “fiesta”!
La alegría cristiana es fruto de la experiencia de la fe en Cristo. El Evangelio es un mensaje de alegría, es una buena noticia. El mismo Jesús nos llama a la fe para hacernos felices. No es un Dios envidioso de nuestra dicha, Él nos quiere felices.

Jesús, en su vida terrena fue un hombre feliz y alegre, capaz de disfrutar por ejemplo de los paisajes, de los campos, de los lirios; era feliz viéndose rodeado por los niños, gozaba de la compañía de sus amigos en Betania, por citar un caso. Sin embargo, su vida no estuvo exenta de dificultades, al punto tal que murió en la cruz. De manera que, sufrir, para un cristiano no debe ser motivo de tristeza, sino que debemos unir nuestras pequeñas cruces al Señor.

Pero nuestra alegría no puede quedarse encerrada. Todos estamos llamados al apostolado, al anuncio del Evangelio. En medio de nuestra vida cotidiana podemos testimoniar la alegría en el servicio, en la realización de nuestro trabajo, en sobrellevar con paciencia las dificultades, en sonreír cuando algo nos duele, etcétera.

Reflexión apostólica:
Analizar si nuestro trabajo por Cristo, por los demás y por la Iglesia es alegre.

Propósito:
Vivir hoy con ánimo alegre ante toda circunstancia, especialmente en aquellas que sean contrarias a mis planes, deseos o gustos.

Meditación: El bautismo del Señor

Después del bautismo de Jesús, el cielo se abrió.

Evangelio:

Lucas 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.

Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.

Meditación:

Este día nos da pie para reflexionar sobre el don de nuestro bautismo. ¿Sabemos lo que hace éste en nosotros? Por él Dios nos reconoce como hijos suyos y transforma nuestra existencia en una historia de amor con él, Dios establece una alianza con nosotros y nos ofrece su vida y su paz. El bautismo, es el más bello de los dones de Dios, pues nos invita a convertirnos en discípulos del Señor. Nos hace entrar en la intimidad con Dios, en la vida trinitaria, desde hoy y por toda la eternidad. Es una gracia que nos purifica del pecado. Además, el bautismo marca toda nuestra vida y da significado a nuestro camino en la tierra.

El día de nuestro bautismo fuimos revestidos de blanco, y estamos llamados a conservar cada día ese esplendor de la gracia y a recuperarlo, si lo perdemos, por medio del Sacramento del perdón, la oración y la vida cristiana.

Además, no debemos olvidar que por el bautismo, Dios nos da una madre: nos da a la Iglesia, con la que crecemos espiritualmente a lo largo de nuestra vida pues por medio de ella el Señor nos ofrece sus sacramentos. Además, como bautizados tenemos la misión de ser fermento en el mundo, independientemente de lo que hagamos, nuestra vida es para el Señor y hemos de testimoniarlo.

Reflexión apostólica:

Sería bueno ayudar a otros a reflexionar sobre el valor de su propio bautismo como cristianos.

Propósito:

Mostrar con mis obras que soy un hijo de Dios y miembro de la Iglesia.

“El bautismo nos compromete a ser testigos valientes

Saturday, January 13, 2007

Meditación: Él se levantó y lo siguió

No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores.

Evangelio:
San Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”

Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Meditación:
Partiendo del Evangelio de hoy podemos descubrir que Dios no hace distinciones entre las personas. Cuando Jesús llamó a Mateo a seguirle, no consideró que en aquellos tiempos el oficio de recaudador de impuestos era mal visto, el dinero se consideraba impuro por provenir de gente que no pertenecía al pueblo de Dios, además, los recaudadores cooperaban con los romanos. Pero Jesús no excluye a nadie de su amistad, todos los hombres estamos llamados a gozar de una relación personal con Él. Este pasaje del Evangelio nos enseña que todos podemos acoger la gracia de Dios y alcanzar la santidad.

La llamada de Jesús a Mateo nos enseña también que la invitación de seguir a Jesús de más cerca puede llegar en medio de las circunstancias ordinarias de la vida, mientras realizamos nuestro trabajo cotidiano, pero hay que estar atento para escucharlo.
Por último, el apóstol del que nos habla el evangelista Marcos, nos da ejemplo del seguimiento pronto e inmediato de Jesús. “Él se levantó y lo siguió”. Pensemos que Mateo tuvo que abandonarlo todo, por ejemplo, una fuente de ingresos y de salario seguro. Así debemos ser nosotros, en nuestro apego a las riquezas o a los bienes materiales, y desprendernos de ellos prontamente. San Mateo nos empuja también a desprendernos de los pecados o faltas habituales, esas de las que siempre nos confesamos, esas de las que con un pequeño esfuerzo podríamos corregirnos. Nunca permitamos una adhesión consciente a una falta o pecado.

Reflexión apostólica:
Por qué no poner algunos recursos que tenga al servicio de la Iglesia: bienes, tiempo, servicio.

Propósito:
Desprenderme de algún bien material que no me sea necesario.

Meditación: El poder de perdonar

Al momento desapareció la lepra.

Evangelio: Lucas 5, 12-16

En aquel tiempo, estando Jesús en un poblado, llegó un leproso, y al ver a Jesús, se postró rostro en tierra, diciendo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero. Queda limpio”. Y al momento desapareció la lepra. Entonces Jesús le ordenó que no lo dijera a nadie y añadió: “Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés prescribió. Eso les servirá de testimonio”.

Y su fama se extendía más y más. Las muchedumbres acudían a oírlo y a ser curados de sus enfermedades. Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar. Palabra del Señor.

Meditación:

Vemos que los Evangelios nos presentan a Jesús que se dedica completamente a la predicación y a la curación de los enfermos en los pueblos de Israel. El Evangelio de hoy que narra la curación de un leproso nos lleva a reflexionar que nuestra relación con Dios se puede resumir así: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Es Jesús que se acerca a cada persona, extiende su mano, toca nuestra alma con llagas y nos hace salir de nuestros pecados.

Los enfermos de los que hablan los Evangelios son imagen de lo que hace el pecado en nosotros. El mal nos ata y poco a poco nos va paralizando espiritualmente con la envidia, el rencor, la mentira, y todos los demás pecados. El hombre, paralizado por el pecado ¡tiene necesidad de Cristo!

Podemos también recordar a los enfermos de todas las partes del mundo, que no sólo sufren a causa de la falta de salud, sino también por la soledad o el olvido. La enfermedad es un rasgo típico de la condición humana, pero nosotros podemos aliviar ese dolor llevando a Cristo “médico de las almas”, a todos los enfermos, por medio de nuestras oraciones ofrecidas por ellos.

Reflexión apostólica:

El apostolado debe comenzar con la práctica de la caridad, el servicio y la donación con todos los que nos rodean.

Propósito:

Como el leproso, acercarme con decisión y confianza al amor de Jesús que puede perdonar mis pecados y renovar mi vida.

Meditación: Una opción costosa

Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura.

Evangelio: Lucas 4, 14-22

En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región.

Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios. Palabra del Señor.

Meditación:

Jesús, en su vida terrena, limitó su misión al pueblo de Israel, pero la salvación no estaba destinada sólo a Israel, sino a todo el mundo y a todos los tiempos, por eso encomendó a los Apóstoles la tarea de llevar su mensaje a todas las gentes. ¿Quién actualiza esta misión? La respuesta es clara: el Espíritu Santo.

La liturgia nos da una oportunidad para reflexionar sobre el Espíritu Santo en nuestras vidas. Él es quien nos revela a Cristo; es Espíritu de amor, Él nos enseña a amar, nos enseña a perdonar, a buscar y hacer el bien sin esperar recompensa; a confiar en Dios y a amarle sobre todas las cosas. Es además, Espíritu de fortaleza y de testimonio que nos hace capaces de proclamar sin temor el Evangelio.

Pero para que el Espíritu Santo actúe en nosotros, necesitamos entablar una relación personal con el Espíritu Santo. Hemos de colaborar con su acción en nuestras almas. Esto quiere decir cooperar con Él, sin límite ni reserva alguna, con abnegación y sinceridad; vivir en permanente contacto con Él a través de todas las cosas y de todos los acontecimientos de la vida: de los estudios, de las relaciones humanas, de los sucesos…

El Espíritu Santo es el artífice de nuestra santificación, no tenemos más que escucharle con delicadeza y seguir sus inspiraciones.

Reflexión apostólica:

¿Mis acciones son inspiradas por el Espíritu Santo o por mi voluntad y caprichos?

Propósito:

Vivir hoy en un clima de silencio, al menos en algunos momentos, para hablar con Dios a lo largo del día.

Meditación: "A eso he venido"

Curó a muchos enfermos de diversos males.

Evangelio: Mc 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, enseguida le avisaron a Jesús. El se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, todo pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que 1os demonios hablaran, porque sabían quién era Él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galiléa, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios. Palabra del Señor.

Meditación:

Jesús nos da ejemplo perfecto de amor a Dios y amor al prójimo. El Evangelio de hoy nos habla de este amor de Jesús por su Padre y por los hombres, nos dice que después de pasar la tarde curando y sanando a los enfermos y poseídos, se levantó temprano para ir a orar. Jesús nos enseña que la fuente del amor es Dios y que es necesario orar, dedicar tiempo a hablar con Dios, para de ahí tener la gracia de amarlo en los demás.

Ahora bien, el amor no es solamente un sentimiento. El amor es donación. Y el amor al prójimo no se dirige sólo a quienes de hecho ya amo: mi familia, amigos, personas que nos hacen el bien. No. La autenticidad de la oración cristiana se prueba en la caridad hacia los otros, especialmente hacia las personas que no me agradan, me son antipáticas o quienes no conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios. Allí se aprende a mirar a las personas no ya sólo con nuestros ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Pero si en nuestra vida falta el contacto con Dios, no podremos reconocer en los otros la imagen de Dios. Y si en nuestra vida omitimos la atención a los demás, entonces nuestra relación con Dios no es auténtica.

Reflexión apostólica:

Reflexionar ¿cuánto tiempo a la semana dedico a Dios y a los demás?

Propósito:

Dedicar hoy un tiempo a ayudar a alguien.

Wednesday, January 10, 2007

Meditación: Separando su fama

No enseñaba como los escribas, sino como quien tiene autoridad.

Evangelio:

En aquel tiempo, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Meditación:

La sinagoga es la casa de oración de los judíos. Jesús entra a orar y a enseñar su nueva doctrina, con autoridad, a diferencia de los maestros de la Ley. Y con la misma autoridad echa fuera a los demonios, lo que provoca gran asombro y que su fama se extienda por toda Galilea.

¿Qué tanto conozco de esta doctrina nueva por la que estoy, por mi bautismo, comprometido? Mis conocimientos, muy probablemente, se han quedado al nivel de la catequesis que recibí cuando niño. La doctrina cristiana es la que debe guiar nuestra vida, nuestra religión no puede ser de sensaciones, sentimentalismos o de impulsos, tiene que estar bien fundamentada y esto se logra con el estudio y la lectura. El Espíritu Santo nos ilumina en este aspecto, pero no puede hacer nada si no aportamos nuestra voluntad de trabajar.

Asistamos a las clases, cursos y conferencias que tenemos a nuestro alcance, pero no caigamos en el racionalismo que deja del lado a la fe. Luchemos por mantenernos en estado de gracia pues, ¡cuántas veces se nos presenta un “espíritu inmundo”, llamándonos a la sensualidad o a la soberbia! Sabemos que todo ello no puede mandar en nosotros si, estando en gracia de Dios, nos entregamos, diariamente, al esfuerzo por vivir la virtud. Podemos tener tentaciones, mas, en nuestra intimidad, tenemos la conciencia que nos hace ver el bien y el mal y nos evita así caer. Sin embargo, si caemos, allí está Jesús presente en el Sacramento de la Reconciliación para levantarnos amorosamente, volvernos a su amistad y seguir confiando en nosotros.

Reflexión apostólica:

Haré de la Biblia y el Catecismo de la Iglesia Católica mis dos grandes libros de cabecera. Ante cualquier duda, acudiré a ellos. No improvisaré, ni me dejaré guiar por mis sensaciones. Los apóstoles no sólo son de corazón, sino también de razón.

Propósito:

Documentarme en el Catecismo y fundamentarme en el amor.

Meditación: Fuerte en Humildad

Después del bautismo de Jesús, el cielo se abrió.

Evangelio:

En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.

Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. Palabra del Señor.

Meditación:

Este día nos da pie para reflexionar sobre el don de nuestro bautismo. ¿Sabemos lo que hace éste en nosotros? Por él Dios nos reconoce como hijos suyos y transforma nuestra existencia en una historia de amor con él, Dios establece una alianza con nosotros y nos ofrece su vida y su paz. El bautismo, es el más bello de los dones de Dios, pues nos invita a convertirnos en discípulos del Señor. Nos hace entrar en la intimidad con Dios, en la vida trinitaria, desde hoy y por toda la eternidad. Es una gracia que nos purifica del pecado. Además, el bautismo marca toda nuestra vida y da significado a nuestro camino en la tierra.

El día de nuestro bautismo fuimos revestidos de blanco, y estamos llamados a conservar cada día ese esplendor de la gracia y a recuperarlo, si lo perdemos, por medio del Sacramento del perdón, la oración y la vida cristiana.

Además, no debemos olvidar que por el bautismo, Dios nos da una madre: nos da a la Iglesia, con la que crecemos espiritualmente a lo largo de nuestra vida pues por medio de ella el Señor nos ofrece sus sacramentos. Además, como bautizados tenemos la misión de ser fermento en el mundo, independientemente de lo que hagamos, nuestra vida es para el Señor y hemos de testimoniarlo.

Reflexión apostólica:

Sería bueno ayudar a otros a reflexionar sobre el valor de su propio bautismo como cristianos.

Propósito

Mostrar con mis obras que soy un hijo de Dios y miembro de la Iglesia.

Sunday, January 07, 2007

Meditación: El camino a tomar

Hemos venido de Oriente para adorar al rey de los judíos.

Evangelio: Mt 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: –«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: –«En Belén de Judea, porque así lo ha dicho el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, ni eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: –«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sus sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Meditación:

No podemos desaprovechar la oportunidad que nos da la liturgia de hoy para profundizar en el sentido de la existencia humana como “peregrinación”, el significado de la vida como camino en busca de Dios, como los Reyes Mayos. Para ello, hemos de reflexionar muy bien sobre nuestras decisiones cotidianas y ver si el camino de nuestra vida nos va acercando cada vez más a Dios o si debemos rectificar el camino, de modo que al final de nuestra peregrinación, lleguemos hasta donde Dios y no vayamos por caminos que nos alejen de Él.

En este peregrinar de la fe puede surgir la pregunta: ¿Qué camino tomar? la Iglesia nos invita a creer, pero el mundo nos empuja al agnosticismo, a la falta de fe; Cristo nos pide tomar nuestra cruz, y el mundo nos va llevando por un camino cómodo y sin esfuerzo. Veamos el ejemplo de los Magos, ellos no se detuvieron ante los cansancios, tentaciones o dificultades, y decidieron continuar el camino que les indicaba Dios hasta el final, hasta el encuentro con Jesús.

Por otra parte, podemos también imaginar el asombro de los Magos ante el Niño en pañales. Sólo la fe les permitió reconocer en la figura de aquel niño al Dios al que la estrella los había guiado. De igual modo, nosotros hemos de descubrir a Dios oculto en la Eucaristía.

Oración:

Ver si soy capaz de dar ejemplo como los Reyes Magos, de seguir a Jesús hasta el final.

Propósito:

Incrementar mi fe en Cristo Eucaristía y siempre que me encuentre frente a él comportarme con reverencia.

Meditación: Agua de Dios

«Yo soy la fuente de la que hoy quieres beber y no me parece mal, pero no olvides que lo que te sacia es el agua, no la fuente».

Evangelio: San Marcos 1,7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no soy capaz de desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo». Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vió rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto».

Meditación:

Meditando este pasaje del evangelio me viene a la memoria una frase que un psiquiatra le dijo a su paciente: «Yo soy la fuente de la que hoy quieres beber y no me parece mal, pero no olvides que lo que te sacia es el agua, no la fuente». Ignoro si el psiquiatra era o no católico, de lo que no dudo es de la lucidez que inspiro esta frase. Y es que tantas veces nos apegamos a los medios y olvidamos el fin.

A san Juan Bautista lo confunden con Cristo, y san Juan como el psiquiatra de la anécdota les recuerda que él es la fuente, pero el agua es Dios, no él. En el momento actual dentro de la Iglesia hay multitud de fuentes de las que beber, y en ocasiones nos encontramos defendiendo una frente a otra: «Tal movimiento es mejor que cual... », «Tal sacerdote es mejor que cual... ». no olvidemos nunca que lo que verdaderamente nos sacia la sed es el agua de vida de Cristo independientemente de la fuente que nos la sirva.

De hecho la fuente que te sirve a tí, puede no servirme a mí, y viceversa, siendo ambas perfectas si nos acercan y nos ayudan a unirnos a Cristo. El Santo Padre en multitud de ocasiones ha mostrado su interés por la unión de los cristianos y para que esto sea posible, nosotros los católicos somos los primeros que debemos permanecer unidos pensando, sabiendo que si Dios ha puesto distintas fuentes con el mismo agua es porque cada uno necesita beber el agua de una manera.

Oración:

Jesús, guía mis pasos, no dejes que olvide que Tú eres el único agua de vida eterna.

Propósito:

Hoy rezare especialmente por las vocaciones.

Friday, January 05, 2007

Meditación: El Rey de Israel

Vemos ponerse el sol y la naturaleza que nos habla de Dios; quizá sale de nosotros un gesto de agradecimiento pero después se nos olvida.

Evangelio: Juan 1,43-51
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: "Sígueme". Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret". Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Felipe le contestó: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño". Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?". Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi". Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores". Y le añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Meditación:

Quién pudiera hoy acercarse a un lago y disfrutar viendo al Señor mientras predica. «Si yo hubiera estado allí, Señor, te hubiera seguido». Esta es una de las típicas tentaciones que surgen al oír pasajes evangélicos como el que hoy se nos propone. Pero el Señor sabe que eso seguramente no es verdad.

Tenemos su Cuerpo, su presencia continua en el Sagrario, y a veces no tenemos tiempo ni para saludarle a lo largo de un día tal vez agitado. Tenemos a la Iglesia que nos muestra con amor el camino que debemos seguir a través de los sacramentos para estar más cerca de Dios, y cuántas veces parece que lo olvidamos. Tenemos a sus ministros que se preocupan de que estemos cerca de Cristo, los escuchamos, los entendemos, pero muchas veces el alma no se mueve, no se siente tocada. Tenemos a nuestros hermanos que con sus múltiples ejemplos, sus muestras de cariño nos invitan a amar y pensamos que merecemos que "nos quieran" antes que cualquier cosa. Vemos ponerse el sol y la naturaleza que nos habla de Dios; quizá sale de nosotros un gesto de agradecimiento pero después se nos olvida. ¿Soy capaz, Señor, de verte en la sonrisa de un niño pero no de serte fiel? Ayúdame Señor.

Reflexión apostólica:

En las múltiples actividades de mi vida ser capaz de tener presente a Dios y de vivir mi vida agradeciéndole todo lo que me da, bueno y no tan bueno.

Propósito:

Me acodaré de Dios al comenzar cada una de las actividades de este día para decirle: ¡Gracias Señor!

Meditación: Hemos encontrado al Mesías

Debemos considerar nuestra cruz como un medio incomparable para asemejarnos plenamente a nuestro Redentor.

Evangelio: Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué buscan?". Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?", (Rabí significa ´maestro´). Él les dijo: "Vengan a ver". Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir ´el ungido´). Lo llevó a donde estaba Jesús y Este, fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás", (que significa Pedro, es decir, ´roca´).

Meditación:

Hoy la liturgia nos ofrece la oportunidad de conocer un poco más de cerca al hermano de Simón Pedro, san Andrés, que también era uno de los Doce.

San Juan nos revela un dato importante: en un primer momento san Andrés era discípulo de Juan el Bautista; esto nos muestra que era un hombre que esperaba la llegada del Mesías y quería conocer más de cerca la palabra del Señor. Era verdaderamente un hombre de fe y de esperanza. A su vez, el hecho de haber invitado a su hermano Simón a conocer a Jesús nos demuestra que poseía un espíritu apostólico fuera de lo común.

Se dice que san Andrés murió crucificado, pero que en aquel momento, pidió ser colocado en una cruz distinta de la de Jesús y le pusieron en una cruz en forma de aspa, es decir, con los dos maderos cruzados en diagonal, que por eso se llama "cruz de san Andrés". El ejemplo de este apóstol nos invita a considerar nuestras cruces como parte de la cruz de Cristo. Debemos considerar nuestra cruz como un medio incomparable para asemejarnos plenamente a nuestro Redentor.

Reflexión apostólica:

Puedo reflexionar si ante las dificultades de mi vida como cristiano me doy por vencido o si por el contrario, confío en que con Cristo puedo siempre salir adelante.

Propósito:

Preguntarme cuál es mi "cruz" hoy y decidir llevarla con alegría y amor, mirando el ejemplo de Cristo.

Wednesday, January 03, 2007

Noticias del día 2007-01-03

  • El Papa advierte sobre formas sutiles de rechazar a Dios
    ACI Prensa, 03 Ene. 2007
    [ “Se trata del drama del rechazo de Cristo, que, al igual que en el pasado, también hoy se expresa de modos muy diversos. Las formas de rechazo de Dios en la época contemporánea son quizá hasta más engañosas y peligrosas: desde el rechazo total a la indiferencia, desde el ateismo cientificista a la presentación de un Jesús moderno o postmoderno”... ]
  • Las familias sean imagen viva del amor de Dios
    EWTN, 02 Ene. 2007
    [ María y José educaron a Jesús ante todo con su ejemplo. (...) De ellos aprendió que en primer lugar hay que hacer la voluntad de Dios, y que el vínculo espiritual vale más que el de la sangre"... ]
  • La Paz: Un don que hay que pedir y una tarea que realizar
    EWTN, 02 Ene. 2007
    [ "Frente a las amenazas a la paz, lamentablemente siempre presentes, ante las situaciones de injusticia y de violencia, que persisten en diversas regiones de la tierra, ante la permanencia de conflictos armados, frecuentemente olvidados por la gran opinión pública, y el peligro del terrorismo, que perturba la serenidad de los pueblos, es más necesario que nunca trabajar juntos por la paz. Esta, he recordado en el Mensaje, es "al mismo tiempo, un don y una tarea: un don que hay que invocar con la oración, tarea que hay que llevar a cabo con valor, sin cansarse jamás" ... ]

Meditación: El Cordero de Dios

Para alcanzar la plenitud en la propia vocación bautismal, hemos de esforzarnos por vivir el Evangelio en las circunstancias cotidianas de la vida personal, familiar y profesional.

Evangelio: Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ´El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo´. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que Él sea dado a conocer a Israel".
Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ´Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, Ese es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo´. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que Este es el Hijo de Dios".

Meditación:

Hoy contemplamos a Jesús que, a la edad de unos treinta años, se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. Se trataba de un bautismo de penitencia, que utilizaba el símbolo del agua para expresar la purificación del corazón y de la vida. Juan, llamado el "Bautista", es decir, el que bautizaba, predicaba este bautismo a Israel para preparar la venida del Mesías; y les decía a todos que después de él vendría otro, más grande que él, quien no bautizaría con agua, sino con el Espíritu Santo.

Hoy debe ser para todos, una oportunidad propicia para redescubrir la alegría y la belleza de nuestro Bautismo. Jesús inició su vida pública con el bautismo y también la misión del cristiano comienza con el bautismo. Hemos de renovar la propia adhesión a la fe recibida en el bautismo que nos hace hijos de Dios y nos une a todos los demás cristianos y además nos consagra al apostolado.

Para alcanzar la plenitud en la propia vocación bautismal, hemos de esforzarnos por vivir el Evangelio en las circunstancias cotidianas de la vida personal, familiar y profesional, y ser apóstoles dispuestos a consagrar al menos una parte de nuestro tiempo a la tarea de anunciar el Reino de Cristo.

Reflexión apostólica:

Ver cómo estoy cumpliendo con mi condición de bautizado, ¿soy activo dentro de la Iglesia?

Propósito:

Leer lo que dice el Catecismo sobre el sacramento del Bautismo.

Meditación: El mayor es el servidor

Hacerse "pequeño" es cultivar una actitud de sencillez, de disponibilidad total y generosa para servir a los demás.

Evangelio: Mateo 23, 8-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No dejen que los llamen ´maestros´, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ´padre´, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ´guías´, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Meditación:

Este pasaje del Evangelio nos recuerda que el Hijo de Dios hecho hombre, recorrió con coherencia el camino de la humildad, pasando la mayor parte de su existencia terrena en el ocultamiento de Nazaret, junto a la Virgen María y a san José, dedicado al trabajo de carpintero.

Los "pequeños" son agradables a Dios, ¡qué diferente la lógica de Dios de la de los hombres a quienes les impresionan las apariencias y las posesiones!

¿Quiénes son los "pequeños" según el Evangelio?, son las personas que, reconociéndose como criaturas de Dios, huyen de toda presunción: ponen toda su esperanza en el Señor y por eso jamás se quedan defraudadas. Esta es la actitud fundamental del cristiano.

Hacerse "pequeño" es cultivar una actitud de sencillez, de disponibilidad total y generosa para servir a los demás, es dejar lo mejor para los otros, servir cada vez que vemos una oportunidad.

La humildad pone de relieve el significado más profundo del servicio: es un acto de amor hecho para los otros porque descubrimos en ellos a Jesús mismo.

Veamos el ejemplo de la Virgen María, que encontró su mayor realización en la donación de sí misma. Aprendamos de ella la gran lección de servir con alegría y con generosidad. Alimentemos nuestra esperanza en el premio eterno recordando que "Todo el que se humilla será enaltecido".

Reflexión apostólica:

Analizar si el servicio para con todos es ya parte de nuestro ser cristiano.

Propósito:

Ejercitarme en actitudes de humildad: dar el mejor lugar a los demás, ceder ante los demás, servir a todos por igual, alabar a los otros con caridad, etc.

Tuesday, January 02, 2007

Noticias del día 2007-01-01

Meditación: Le pusieron por nombre Jesús

Detengámonos a reflexionar en los pastores. ¿Qué tipo de hombres son? Eran personas humildes. Eran almas simples. Pero eran personas vigilantes.

Evangelio: Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Meditación:

En la liturgia de hoy nuestra mirada se fija en la maternidad de la Virgen María. El primer día del año está puesto bajo el signo de una mujer, María. El evangelista Lucas nos dice que "María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19), con esto nos la describe como la Virgen silenciosa, en constante escucha de la Palabra de Dios. Es interesante ver lo que nosotros vamos guardando en nuestro corazón. Tal vez ruido, algún rencor, algún enojo, sentimentalismos… en cambio, María conserva en su corazón las palabras que vienen de Dios. Aprendamos también nosotros de María a ser discípulos atentos y dóciles del Señor.

A su vez, el Evangelio de hoy nos llama a contemplar la escena de los pastores que iban en camino hacia Belén para adorar al Niño. Detengámonos a reflexionar en los pastores. ¿Qué tipo de hombres son? Eran personas humildes. Eran almas simples. Pero eran personas vigilantes, por la noche velaban cercanos a sus ovejas, esto también quiere decir que estuvieron disponibles para escuchar la Palabra de Dios. Su vida no estaba cerrada en sí misma; tenían un corazón abierto. Su vigilancia era disponibilidad para escuchar, para ponerse en camino. Esto es lo que a Dios le interesa. Él ama a todos porque todos son criaturas suyas. Pero algunas personas han cerrado su alma; su amor no encuentra en ellas lugar alguno por dónde entrar. Dios busca a personas que se abran a su gracia. Pidámosle que nunca encuentre cerrado nuestro corazón.

Con el ejemplo de María y de los pastores dispongámonos a comenzar el año, dispuestos a ser seguidores más fieles de Jesucristo.

Reflexión apostólica:

Hacer un plan de vida para este año, que abarque propósitos en nuestra vida personal y un trabajo más concreto por la Iglesia y nuestros hermanos.

Propósito:

Abrir hoy mi corazón para escuchar qué quiere Dios de mí este año y ponerlo por escrito para irlo cumpliendo mes con mes.