Friday, August 31, 2007

Meditación: Te seguiré a dondequiera que vayas

“El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.

A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

Meditación:
El Evangelio de hoy nos muestra cómo la vida terrena de Cristo estuvo marcada por la pobreza, por la humildad, por un desprendimiento completo de las comodidades terrenas.

El Señor quiere corazones generosos, que vivan con un desprendimiento verdadero. Para imitar a Cristo pobre empecemos afrontando con alegría las pequeñas incomodidades y aprovechemos las mil oportunidades que nos da la vida para forjarnos como seguidores de Cristo.

El seguimiento de Cristo que se hizo pobre, es un compromiso voluntario, libre y amoroso; implica soltar las amarras que nos atan a nuestro yo. Para ello, necesitamos una fuerte determinación, una renuncia más ardua que la que se requiere para el abandono de los bienes materiales.

Reflexión Apostólica:
Jesús, pobre y humilde nos invita a vivir un estilo de vida sencillo, de modo que mantengamos un corazón abierto y disponible al servicio de Dios y de los demás.

Propósito:
Imitar a Cristo en el desprendimiento de las cosas materiales, viviendo como peregrino camino al cielo.

Meditación: Los primeros mártires de la Iglesia romana

Muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.

Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.

Jesús le dijo al oficial romano: “Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.

Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores

Meditación:
“Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande”. Jesús elogia la fe de este hombre. ¿En qué consiste la fe?

Por la fe, el hombre se entrega entera y libremente a Dios, la fe no es sólo asentir a las verdades que Dios nos revela, sino también implica la entrega de nuestra voluntad. La verdadera fe está animada siempre por el amor a Dios, y es inseparable del amor al prójimo. La fe, compromete toda nuestra existencia, creer significa vivir en una profunda coherencia y debe expresarse en todos los aspectos de la vida, según el ejemplo de Cristo. Nuestra fe, no es fe en algo, es fe en Alguien: en Cristo.

Las palabras del Centurión nos hacen también entrever la conciencia que tenía de ser indigno de recibir a Dios bajo su techo. Así nosotros, no debemos olvidar que en la comunión recibimos al mismo Dios, y hemos de vivir la Santa Misa con fervor, con respeto. El pan que recibimos en la Eucaristía es “pan de los ángeles”, al cual no es posible acercarse si no es con la humildad del centurión del Evangelio: “Señor, no soy digno”.

Reflexión apostólica:
Hemos de vivir cada Santa Misa con delicadeza, por ejemplo ocupando los lugares que más nos ayuden a centrarnos en lo esencial de la Celebración Eucarística, participando activamente en las respuestas, orando, cantando, etcétera.

Propósito:
La próxima vez que asista a Misa trataré de vivirla con una fe intensa.

Meditación: Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo"

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”

Meditación:
Muchas veces los apóstoles le habían hecho preguntas a Jesús; ahora Él es quien los interpela y les lanza una pregunta sobre su identidad. Pedro toma la iniciativa y responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús nos cuestiona también: “Y tú, ¿quién dices que soy Yo?” Cada uno debe dejarse tocar personalmente por la pregunta: “¿Qué soy yo de verdad para ti?” Los apóstoles sólo pudieron dar una respuesta después de un largo período de convivir con Jesús. De igual manera, nosotros para llegar a una confesión auténtica de Jesucristo, hemos de recorrer el camino de la escucha atenta, de la oración, de la lectura del Evangelio. Jesús no quiere una respuesta apresurada o abstracta, sino que quiere una contestación madura.

No podemos contentarnos con considerar a Jesús como una figura más o menos cercana a nosotros. Muchos cristianos incluso, viven en las sombras de la ignorancia, de los malentendidos, saben de Jesús lo que dicen los noticieros o las novelas baratas, pero no conocen al verdadero Jesús. Podemos caer también en la tentación de decir que creemos en Jesús pero sin vivir o poner en práctica sus palabras. Cuántas veces nos hacemos un Jesús más cómodo, y no tomamos en cuenta el sacrificio, los sacramentos, o a la Iglesia que Cristo instituyó.

Oremos frente a Cristo Eucaristía para descubrir que el más grande don en esta vida es conocer y amar al verdadero Jesús.

Reflexión apostólica:
Jesús llamó dichoso a Pedro, y nos llamará dichosos a nosotros también si nos abrimos al conocimiento de Jesús y ponemos en práctica todo lo que Él nos enseña.

Propósito:
Seguir a Cristo con la misma fidelidad que Pedro, y el Papa, su sucesor.

Meditación: Los que hagan la voluntad del Padre, tendrán acceso al Reino de los Cielos

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: “¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?’ Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mi, ustedes, los que han hecho el mal’.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no la pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente.

Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas

Meditación:
El texto es una llamada a la acción, al trabajo, a dejar a un lado los discursos sin testimonio, pues los que hagan la voluntad del Padre tendrán acceso al Reino de los Cielos y no todos los que le digan “Señor, Señor.”

Poner en práctica las palabras de Jesús lleva a la prudencia y a la sensatez, a aplicar sin error los principios morales en nuestra conducta. Requiere de dirigir la inteligencia, la voluntad y hasta la emotividad según las pautas que nos dejó plasmadas en el Evangelio… Se dice fácil; sin embargo, y sin lugar a dudas, requiere de “domar” esa parte que todos llevamos en el alma y que nos hace buscar lo fácil y lo placentero, que nos lleva al mínimo esfuerzo y que normalmente lleva a una “gran ruina”. Esa “ruina” se manifiesta como vacío; como tristeza; como sinsabor… y a veces, hasta como un angustiante arrepentimiento. ¿Por qué o para qué llegar a tales extremos? No nos permitamos la mediocridad. ¡Somos capaces de la lucha y del éxito! ¡Seamos exigentes y profundicemos en el conocimiento de Jesús y en el contacto con Él, e imitémoslo!

Reflexión apostólica:
Pregonemos con la prudencia que resulta de aplicar la Palabra.

Propósito:
Mi pauta al decidir y al actuar, buscará darle gusto a Jesús.

Meditación: Me pides cautela, Señor

Por sus frutos los conocerán.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

Todo árbol bueno da frutos buenos y e l árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puedo producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”

Meditación:
Jesús alerta sobre otro peligro con el que se pueden encontrar aquellos que quieren seguir el camino del Reino de Dios: los falsos profetas o falsos maestros que, con palabras y obras aparentemente buenas, querrán seducirlos y así desviarlos del camino verdadero.

¡Cuántas verdades a medias se manejan en nuestro mundo y en nuestra sociedad con toda tranquilidad, y avasallan tanto al ingenuo como al soberbio! Y hoy en tu Evangelio nos pides, Señor, ante todo esto, cautela. Pero veo que la cautela que quieres de mí no es la que repliega sus fuerzas, sino la que las aprovecha con sana astucia y rechaza, firmemente, involucrada en actividad contraria, a los falsos profetas. Hay que estar muy cerca de Ti, Jesucristo para descubrirlos y luego ser el árbol que da frutos buenos, y que entregados a la Iglesia, redunden en beneficio de tu Cuerpo Místico. Ser ese árbol bueno, o ir creciendo como árbol bueno, implica enraizarlo en Jesucristo y darle la savia de los sacramentos; dejarlo crecer en libertad, apoyado en la gracia del Espíritu Santo.

Reflexión apostólica:
Juan Pablo II nos ha enseñado con su vida a dar fruto de amor, de compasión, de verdad, de bondad, de cultura, de humanidad, de paciencia, de sentido del humor, de alegría, de responsabilidad, de perdón, de justicia, de fortaleza, de liderazgo, etcétera.

Propósito:
Dar hoy frutos de reconciliación y de perdón.

Meditación: Por sus frutos, los conocerán

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”

Meditación:
Jesucristo nos dice, gráficamente, que hay que tener prudencia al hablar, al proponer las cosas de Dios, pues no todos están dispuestos a acogerlas y recibirlas como se debe; nos alerta a no profanar las cosas santas. Por otro lado contrapone el Señor dos caminos: uno nos lleva al Reino de Dios y el otro nos aleja de él.

Recuerdo, en este momento, que en todas las visitas que como turista hace uno a Iglesias y Catedrales, hay que buscar la Capilla del Santísimo, situada en un lugar apartado del tránsito general. Es un ejemplo claro de lo que el Evangelio de hoy nos dice sobre el trato que hay que tener a lo sagrado, en este caso especial a Jesús Eucaristía.

Algunas personas no tienen la creencia o la preparación religiosa para darle el valor a lo sagrado; otras, carecen de una formación humana que las lleve a respetar lo que para otros es santo. Nos pides, Señor, ser prudentes, y veo que podemos no serlo en el celo por darte a conocer y en el entusiasmo al querer compartir las experiencias y vivencias espirituales. Prudencia que no es respeto humano, ni temor, ni pusilanimidad, sino la sabiduría que no expone ni propone algo que es muy valioso, ante quienes lo van a despreciar y maltratar.

Reflexión apostólica:
Al proponer a alguien un apostolado, hagámoslo con la categoría y la importancia que tiene nuestra Iglesia, por ser de Cristo. Su puerta de entrada es estrecha; hay que hacer ante Dios un acto de humildad para traspasarla, pero demostrando a los demás la alegría sincera y el amor con el que se recorre su camino.

Propósito:
Exigir respeto en lo que atañe a Jesucristo y su Iglesia.

Meditación: Sácate primero la viga que tienes en el ojo

Me diste, Señor, con el entendimiento, la capacidad de hacer juicios

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”

Meditación:
Hoy, por medio del Evangelio, Jesús nos habla sobre la caridad que hay que tener en los juicios desechando el desordenado aprecio de sí mismo.

Juzgar a los demás es algo que al Señor no le agrada que hagamos. Todas las disposiciones que el Evangelio nos presenta, como normas de conducta a seguir, contemplan la caridad en la relación humana. Yo sé que me diste, Señor, con el entendimiento, la capacidad de hacer juicios, y por lo tanto me animas y me pides que, ante los acontecimientos, tenga un sano espíritu crítico, que sepa hacer juicios de valor fundamentados en la verdad, y estos me lleven a no aceptar todo lo que se me da, sino que me hagan discernir el bien del mal. Pero a las personas, me lo dices hoy en tu Evangelio y la Iglesia me lo recuerda, no se les debe juzgar. Podemos caer en ello, temerariamente, por ligereza, por inconsciencia o por afán de ser considerados como los que “saben más”, pero sería bueno examinar si en el fondo de nuestros juicios no hay soberbia, envidia o vanidad…

Reflexión apostólica:
Si en el trabajo nos toca señalar errores a los compañeros, vayamos antes al Sagrario y, ante el Señor, tomemos el compromiso de actuar con amor y delicadeza, imitando a su Sagrado Corazón.

Propósito:
Evitar hacer juicios sobre las personas.

Meditación: Cristo necesita almas dispuestas a entregarse

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.

Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.

Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.

El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel

Meditación:
El ángel de Dios se dirige a Zacarías mientras ofrece el incienso en el templo y cumple su función sacerdotal. Su respuesta es dubitativa y pide signos sensibles para creer en el anuncio.

De este pasaje podemos aprender a tener una fe más pura, más libre de condicionamientos y abandonada en Dios, como la de la Virgen María. Así hemos de conducirnos con Dios, con sencillez, con confianza, cooperando con lo que Él nos propone, asombrándonos de los designios de Dios, sean fáciles o difíciles y aceptando su voluntad en todo.

Por otra parte el nacimiento de Juan el Bautista nos invita a reflexionar en la vocación que tiene todo hombre a responder al amor de Dios.

Cristo necesita almas dispuestas a entregarse totalmente, sin reservas, que dediquen su vida a enseñar, predicar, testimoniar a Cristo y lograr que otras personas le sigan, le amen y le coloquen en el centro de su vida. Lástima que muchos preferimos la comodidad, los placeres de una vida tranquila y sin complicaciones, antes que seguir a Cristo, o ayudar a los hombres, nuestros hermanos, necesitados tanto de lo material como de lo espiritual.

Reflexión apostólica:
Todos hemos de ser como Juan el Bautista. Estamos llamados a evangelizar. No podemos pasar por el camino de la vida insensibles de frente a las necesidad de Dios que tiene el mundo.

Propósito:
Dejar en segundo lugar mis intereses terrenos y responder a mi vocación de cristiano, haciendo algo para dar a Cristo hoy a los demás.

Meditación: No se preocupen por el día de mañana

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.

”Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quiénes de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?

”¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en todo el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?

”No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.

Meditación:
Jesús pide el abandono en la Providencia del Padre celestial, buscando “primero su Reino y su justicia” (v. 33). Nos exhorta a confiar en el Padre y a no dejarnos ahogar por las preocupaciones terrenas en perjuicio de las espirituales.

¿Soy capaz de abandonarme en la Providencia? ¿Estoy consciente de lo que implica? ¿Sé que sin una fe auténtica, es imposible? La Palabra, hoy nos pide no andar preocupados por nuestra vida, ni por el mañana. Y es que todo lo que sucede es voluntad positiva o permisiva de Dios. Él promueve todo el bien y permite el mal, para un bien mayor. ¡Cuántas veces ante un triste suceso o experimentando una circunstancia difícil hemos creído que la felicidad para nosotros se acaba! Sabemos que la vida sigue adelante, y el tiempo va curando las heridas mas si, confiando en Dios entregamos el pesar en sus manos, le ganamos al tiempo y nos recuperamos más rápido de cualquier eventualidad. Veamos en este texto a Jesús, que nos habla con ternura y con verdad, convenciéndonos de que estamos siempre en el pensamiento y en el amor de Dios.

Reflexión Apostólica:
Promovamos la “espiritualidad providencial” en nosotros mismos y en los demás.

Propósito:
Alejaré de mí, la cavilación que daña a mi familia.

Meditación: Donde está tu tesoro, ahí también está tu oración

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; por que donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!” Palabra del Señor.

Meditación:
En la cultura hebrea, corazón significaba mente y conciencia. Mateo recuerda la confianza que debemos poner en Dios, sin dejarnos atrapar por las riquezas o las preocupaciones del mundo.

¡Cuántos corazones confundidos y distraídos con las posesiones, la gente y las preocupaciones de este mundo! ¿Por qué no encontrar con ojos de fe la intervención de Dios en la penuria de cualquier tipo: económico, social, familiar o hasta psicológica?

Pongamos nuestros corazones en Él, y a pesar del mundo, sus atractivos, sus compensaciones y hasta sus desdichas viviremos en paz contemplando todo con esperanza pues aprendemos a distinguir los verdaderos tesoros de los que no lo son.

Reflexión Apostólica:
Luchemos por “atesorar en el cielo”. “Domemos” al corazón y compartamos nuestra experiencia.

Propósito:
Compartiré con alguien el tesoro que yo tengo.

Meditación: Ustedes oren así

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.

Meditación:
Jesús nos dice que la oración ha de ser confiada en el Padre, penetrada de amor a Dios y al prójimo y de pocas palabras, porque de lo contrario resultaría “hipócrita”. Finaliza su discurso presentando la oración que sus seguidores deben rezar cada día al Padre.
Tengo Señor, como tantas personas, una verdadera necesidad de orar; ¡quiero aprender a hacer oración, entrar en un diálogo contigo, que me lleve a encontrar el verdadero sentido de la vida y sea inspiración en mi peregrinar!

Hoy me haces ver que es muy importante ser parco en el hablar, pues Dios sabe bien todo lo que he de necesitar. Ante la custodia que guarda y expone tu Cuerpo para mí, Señor, quiero aprender a mirarte, a adorarte y escuchar. Aquí, mis palabras han de ser pocas, precisas y llenas de una silenciosa humildad. Así, el rato contigo, Jesús Sacramentado, sin sentirlo se prolongará; mas si sólo busco yo hablar, no daré paso a la verdadera oración que es lo que Tú me dices, que hay que procurar.

Reflexión Apostólica:
El apóstol reza el Padre Nuestro unido a Jesucristo, y pide al Espíritu Santo que cada petición vaya calando en la vida personal y así ésta se proyecte hacia el amor y la gloria del Padre celestial.

Propósito:
Leer pausadamente los versículos 14 y 15 de Mateo 6.

Meditación: Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres, para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

”Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú de limosna, que nos sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

”Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

”Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Meditación:
En el Evangelio de Mateo, justicia equivale a santidad, entendiendo santidad como cumplimiento de la voluntad de Dios. Hoy leemos una enseñanza de Jesús sobre tres prácticas fundamentales de la piedad judía: la limosna, la oración y el ayuno. Para que verdaderamente las obras buenas sean obras santas, deben practicarse con rectitud de intención, y serán obras justas que llevarán el sello de Cristo.
No negabas, Señor, las leyes y prácticas de obras buenas del judaísmo, como la limosna, la oración y el ayuno. Sin embargo, les señalabas a tus discípulos una novedad, que era la del espíritu con el que se les debía ir dando cumplimiento. Hoy me lo dices a mí, Jesucristo y salta a la vista y a mi voluntad, un llamado enérgico a la rectitud y a la pureza de intención, de tal modo que las obras sean dirigidas al Padre para que solamente Él las conozca. Desde que nace un pensamiento hasta su ejecución en la práctica, este imperativo irá saneando las intenciones, las actitudes y los actos. Por experiencia sabemos que la rectitud de intención nos va liberando de la soberbia y nos lleva a rectificar errores y a enderezar caminos en los que se ha ido filtrando, sutilmente, la vanidad.

Reflexión Apostólica:
Limosna, oración y ayuno son tres aspectos que en la vida del apóstol hay que considerar y revisar continuamente, de cara a Dios. A la luz de este Evangelio vemos con claridad la disyuntiva: la búsqueda de la recompensa de Dios o pactar con la del hombre.

Propósito:
Revisar en el balance, la rectitud de intención en este día.