Saturday, January 27, 2007

Meditación: Generosidad

El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.

Evangelio:
San Marcos 2, 23-28
Un sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”
Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.

Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Meditación:
La observancia del sábado era para la gente, el pilar del orden establecido por Dios. Sin embargo, Jesús les aclara a los fariseos que el sábado fue hecho para el hombre, y no al revés.
El Evangelio hoy nos llama a estar al pendiente de las necesidades de los más desprotegidos y a compartir lo propio invitándonos a la generosidad, y no sólo en lo material, sino también en lo espiritual y hasta en lo emotivo. Señor, veo, a cada momento, el valor que para Dios tiene el hombre, pues cuestionas cualquier precepto que no tome en cuenta el bien del prójimo y enfatizas que la persona ocupa el primer lugar en cualquier evento y circunstancia. Para Jesús todo se fundamentaba en la dignidad del hombre y el amor al prójimo, y yo, ¿en qué fundamento mi actuar? He de estar pendiente porque con un enfoque equivocado ni los actos de piedad, ni las limosnas, me acercarán a Dios.

Al hacer Jesús una defensa de los discípulos sobre la observancia del sábado, me pones a pensar, Señor, en la preocupación
social, en el bien común, en la solidaridad y en la necesidad que hay de aplicar estos principios en la vida de todos los días y con las personas que convivo. Es bueno revisar la conciencia pues puede ser que en algún momento, sin darnos cuenta, estemos supeditando el bien de alguien a nuestro interés, o con actitudes inflexibles neguemos al prójimo la libertad de “ser y hacer”. Señor, ayúdame a ser capaz de dejar a un lado esas prácticas que he adoptado como “leyes”, sin serlo, y que impiden abrirme y salir de mi “orden y rutina organizada”, para saber contemplar y entender al otro, en su necesidad. Quiero hoy aprender de Jesús, a no juzgar duramente a aquellas personas que “según yo” puedan estar infringiendo leyes que sólo son costumbres, y a las cuales me aferro como si fueran sagradas.

Reflexión apostólica:
Busquemos que la pureza de intención, la sencillez y, antes que nada, el amor al prójimo sean los que guíen nuestros actos. Este es un llamado a servir a los demás. Demos testimonio de servicialidad, como forma de concretar la caridad.

Propósito:
Evitaré prejuiciar a mi prójimo.

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