Meditación: Quiero ser de tu familia
Un camino intachable en la fidelidad a la voluntad de Dios.
Evangelio:
Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" y, paseando la mirada a los que estaban a su alrededor, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre".
Meditación:
Este pasaje que hoy nos muestra el Evangelio, es uno de esos momentos donde Jesucristo parece que es especialmente duro con las personas, sobre todo con su madre. Ya sabemos que cuando se habla de hermanos o parientes en la literatura semítica se trata de un sinónimo de familiares cercanos o incluso conocidos muy cercanos que no son familia. Pero lo que es claro es que Jesucristo está reconociendo la labor de María.
Estás, Señor, rodeado otra vez de mucha gente y alguien te interrumpe para decir que están fuera tu madre y algunos parientes tuyos. Tú contestas: "El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi pariente y mi madre". Es verdad, Señor. Si alguien ha sido capaz de seguir la voluntad de Dios esa ha sido tu Madre. Precisamente el inicio del camino de María se encuentra su "he aquí la esclava del Señor; hágse en mí según tu palabra". Pero es que además Ella ha caminado siempre por esa misma senda. La llegada al templo para la presentación y la profecía del dolor que tendrá que sufrir, la pérdida en Jerusalén, la huida a Egipto, el momento de la pasión... Siempre fiel, cumpliendo lo que Dios le ha pedido. Así vive María, como dice el evangelista Lucas, meditando todas esas cosas en su corazón.
Un recorrido intachable en el seguimiento fiel y sin tapujos de la voluntad de Dios, un camino que comienza cuando recibe con alegría la misión de ser madre del Mesías, y que termina con la aceptación de ser madre de todos. Una voluntad de Dios que nace en lo secreto de una casa en Nazaret, y que termina en el gozo de ser la primera que vive la realidad de lo que Dios tiene reservado como premio a los que le han sido fieles, eso sí, pasando por la soledad del calvario. Por eso, Señor, quiero ser de los que tu llamas "tus parientes"; enséñame a ser fiel a ese camino como lo fue la Santísima Virgen.
Hoy te invoco a ti, Virgen María, para que me otorgues la gracia de seguir tu ejemplo en el camino del cumplimiento de la voluntad de tu Hijo. Te pido el don de la sencillez de corazón para poder ver con claridad lo que es más importante y no perder el tiempo en dar vueltas a todo aquello que en el fondo no tiene otro interés que mi propio orgullo o egoísmo.
Propósito:
Ofreceré algún sacrificio a la Virgen María para que lo aplique a las almas más necesitadas.
Evangelio:
Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" y, paseando la mirada a los que estaban a su alrededor, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre".
Meditación:
Este pasaje que hoy nos muestra el Evangelio, es uno de esos momentos donde Jesucristo parece que es especialmente duro con las personas, sobre todo con su madre. Ya sabemos que cuando se habla de hermanos o parientes en la literatura semítica se trata de un sinónimo de familiares cercanos o incluso conocidos muy cercanos que no son familia. Pero lo que es claro es que Jesucristo está reconociendo la labor de María.
Estás, Señor, rodeado otra vez de mucha gente y alguien te interrumpe para decir que están fuera tu madre y algunos parientes tuyos. Tú contestas: "El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi pariente y mi madre". Es verdad, Señor. Si alguien ha sido capaz de seguir la voluntad de Dios esa ha sido tu Madre. Precisamente el inicio del camino de María se encuentra su "he aquí la esclava del Señor; hágse en mí según tu palabra". Pero es que además Ella ha caminado siempre por esa misma senda. La llegada al templo para la presentación y la profecía del dolor que tendrá que sufrir, la pérdida en Jerusalén, la huida a Egipto, el momento de la pasión... Siempre fiel, cumpliendo lo que Dios le ha pedido. Así vive María, como dice el evangelista Lucas, meditando todas esas cosas en su corazón.
Un recorrido intachable en el seguimiento fiel y sin tapujos de la voluntad de Dios, un camino que comienza cuando recibe con alegría la misión de ser madre del Mesías, y que termina con la aceptación de ser madre de todos. Una voluntad de Dios que nace en lo secreto de una casa en Nazaret, y que termina en el gozo de ser la primera que vive la realidad de lo que Dios tiene reservado como premio a los que le han sido fieles, eso sí, pasando por la soledad del calvario. Por eso, Señor, quiero ser de los que tu llamas "tus parientes"; enséñame a ser fiel a ese camino como lo fue la Santísima Virgen.
Hoy te invoco a ti, Virgen María, para que me otorgues la gracia de seguir tu ejemplo en el camino del cumplimiento de la voluntad de tu Hijo. Te pido el don de la sencillez de corazón para poder ver con claridad lo que es más importante y no perder el tiempo en dar vueltas a todo aquello que en el fondo no tiene otro interés que mi propio orgullo o egoísmo.
Propósito:
Ofreceré algún sacrificio a la Virgen María para que lo aplique a las almas más necesitadas.
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