Friday, August 31, 2007

Meditación: Los primeros mártires de la Iglesia romana

Muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.

Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.

Jesús le dijo al oficial romano: “Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.

Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores

Meditación:
“Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande”. Jesús elogia la fe de este hombre. ¿En qué consiste la fe?

Por la fe, el hombre se entrega entera y libremente a Dios, la fe no es sólo asentir a las verdades que Dios nos revela, sino también implica la entrega de nuestra voluntad. La verdadera fe está animada siempre por el amor a Dios, y es inseparable del amor al prójimo. La fe, compromete toda nuestra existencia, creer significa vivir en una profunda coherencia y debe expresarse en todos los aspectos de la vida, según el ejemplo de Cristo. Nuestra fe, no es fe en algo, es fe en Alguien: en Cristo.

Las palabras del Centurión nos hacen también entrever la conciencia que tenía de ser indigno de recibir a Dios bajo su techo. Así nosotros, no debemos olvidar que en la comunión recibimos al mismo Dios, y hemos de vivir la Santa Misa con fervor, con respeto. El pan que recibimos en la Eucaristía es “pan de los ángeles”, al cual no es posible acercarse si no es con la humildad del centurión del Evangelio: “Señor, no soy digno”.

Reflexión apostólica:
Hemos de vivir cada Santa Misa con delicadeza, por ejemplo ocupando los lugares que más nos ayuden a centrarnos en lo esencial de la Celebración Eucarística, participando activamente en las respuestas, orando, cantando, etcétera.

Propósito:
La próxima vez que asista a Misa trataré de vivirla con una fe intensa.

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