Friday, August 31, 2007

Meditación: Te seguiré a dondequiera que vayas

“El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.

A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

Meditación:
El Evangelio de hoy nos muestra cómo la vida terrena de Cristo estuvo marcada por la pobreza, por la humildad, por un desprendimiento completo de las comodidades terrenas.

El Señor quiere corazones generosos, que vivan con un desprendimiento verdadero. Para imitar a Cristo pobre empecemos afrontando con alegría las pequeñas incomodidades y aprovechemos las mil oportunidades que nos da la vida para forjarnos como seguidores de Cristo.

El seguimiento de Cristo que se hizo pobre, es un compromiso voluntario, libre y amoroso; implica soltar las amarras que nos atan a nuestro yo. Para ello, necesitamos una fuerte determinación, una renuncia más ardua que la que se requiere para el abandono de los bienes materiales.

Reflexión Apostólica:
Jesús, pobre y humilde nos invita a vivir un estilo de vida sencillo, de modo que mantengamos un corazón abierto y disponible al servicio de Dios y de los demás.

Propósito:
Imitar a Cristo en el desprendimiento de las cosas materiales, viviendo como peregrino camino al cielo.

Meditación: Los primeros mártires de la Iglesia romana

Muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.

Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.

Jesús le dijo al oficial romano: “Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.

Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores

Meditación:
“Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande”. Jesús elogia la fe de este hombre. ¿En qué consiste la fe?

Por la fe, el hombre se entrega entera y libremente a Dios, la fe no es sólo asentir a las verdades que Dios nos revela, sino también implica la entrega de nuestra voluntad. La verdadera fe está animada siempre por el amor a Dios, y es inseparable del amor al prójimo. La fe, compromete toda nuestra existencia, creer significa vivir en una profunda coherencia y debe expresarse en todos los aspectos de la vida, según el ejemplo de Cristo. Nuestra fe, no es fe en algo, es fe en Alguien: en Cristo.

Las palabras del Centurión nos hacen también entrever la conciencia que tenía de ser indigno de recibir a Dios bajo su techo. Así nosotros, no debemos olvidar que en la comunión recibimos al mismo Dios, y hemos de vivir la Santa Misa con fervor, con respeto. El pan que recibimos en la Eucaristía es “pan de los ángeles”, al cual no es posible acercarse si no es con la humildad del centurión del Evangelio: “Señor, no soy digno”.

Reflexión apostólica:
Hemos de vivir cada Santa Misa con delicadeza, por ejemplo ocupando los lugares que más nos ayuden a centrarnos en lo esencial de la Celebración Eucarística, participando activamente en las respuestas, orando, cantando, etcétera.

Propósito:
La próxima vez que asista a Misa trataré de vivirla con una fe intensa.

Meditación: Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo"

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”

Meditación:
Muchas veces los apóstoles le habían hecho preguntas a Jesús; ahora Él es quien los interpela y les lanza una pregunta sobre su identidad. Pedro toma la iniciativa y responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús nos cuestiona también: “Y tú, ¿quién dices que soy Yo?” Cada uno debe dejarse tocar personalmente por la pregunta: “¿Qué soy yo de verdad para ti?” Los apóstoles sólo pudieron dar una respuesta después de un largo período de convivir con Jesús. De igual manera, nosotros para llegar a una confesión auténtica de Jesucristo, hemos de recorrer el camino de la escucha atenta, de la oración, de la lectura del Evangelio. Jesús no quiere una respuesta apresurada o abstracta, sino que quiere una contestación madura.

No podemos contentarnos con considerar a Jesús como una figura más o menos cercana a nosotros. Muchos cristianos incluso, viven en las sombras de la ignorancia, de los malentendidos, saben de Jesús lo que dicen los noticieros o las novelas baratas, pero no conocen al verdadero Jesús. Podemos caer también en la tentación de decir que creemos en Jesús pero sin vivir o poner en práctica sus palabras. Cuántas veces nos hacemos un Jesús más cómodo, y no tomamos en cuenta el sacrificio, los sacramentos, o a la Iglesia que Cristo instituyó.

Oremos frente a Cristo Eucaristía para descubrir que el más grande don en esta vida es conocer y amar al verdadero Jesús.

Reflexión apostólica:
Jesús llamó dichoso a Pedro, y nos llamará dichosos a nosotros también si nos abrimos al conocimiento de Jesús y ponemos en práctica todo lo que Él nos enseña.

Propósito:
Seguir a Cristo con la misma fidelidad que Pedro, y el Papa, su sucesor.

Meditación: Los que hagan la voluntad del Padre, tendrán acceso al Reino de los Cielos

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: “¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?’ Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mi, ustedes, los que han hecho el mal’.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no la pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente.

Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas

Meditación:
El texto es una llamada a la acción, al trabajo, a dejar a un lado los discursos sin testimonio, pues los que hagan la voluntad del Padre tendrán acceso al Reino de los Cielos y no todos los que le digan “Señor, Señor.”

Poner en práctica las palabras de Jesús lleva a la prudencia y a la sensatez, a aplicar sin error los principios morales en nuestra conducta. Requiere de dirigir la inteligencia, la voluntad y hasta la emotividad según las pautas que nos dejó plasmadas en el Evangelio… Se dice fácil; sin embargo, y sin lugar a dudas, requiere de “domar” esa parte que todos llevamos en el alma y que nos hace buscar lo fácil y lo placentero, que nos lleva al mínimo esfuerzo y que normalmente lleva a una “gran ruina”. Esa “ruina” se manifiesta como vacío; como tristeza; como sinsabor… y a veces, hasta como un angustiante arrepentimiento. ¿Por qué o para qué llegar a tales extremos? No nos permitamos la mediocridad. ¡Somos capaces de la lucha y del éxito! ¡Seamos exigentes y profundicemos en el conocimiento de Jesús y en el contacto con Él, e imitémoslo!

Reflexión apostólica:
Pregonemos con la prudencia que resulta de aplicar la Palabra.

Propósito:
Mi pauta al decidir y al actuar, buscará darle gusto a Jesús.

Meditación: Me pides cautela, Señor

Por sus frutos los conocerán.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

Todo árbol bueno da frutos buenos y e l árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puedo producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”

Meditación:
Jesús alerta sobre otro peligro con el que se pueden encontrar aquellos que quieren seguir el camino del Reino de Dios: los falsos profetas o falsos maestros que, con palabras y obras aparentemente buenas, querrán seducirlos y así desviarlos del camino verdadero.

¡Cuántas verdades a medias se manejan en nuestro mundo y en nuestra sociedad con toda tranquilidad, y avasallan tanto al ingenuo como al soberbio! Y hoy en tu Evangelio nos pides, Señor, ante todo esto, cautela. Pero veo que la cautela que quieres de mí no es la que repliega sus fuerzas, sino la que las aprovecha con sana astucia y rechaza, firmemente, involucrada en actividad contraria, a los falsos profetas. Hay que estar muy cerca de Ti, Jesucristo para descubrirlos y luego ser el árbol que da frutos buenos, y que entregados a la Iglesia, redunden en beneficio de tu Cuerpo Místico. Ser ese árbol bueno, o ir creciendo como árbol bueno, implica enraizarlo en Jesucristo y darle la savia de los sacramentos; dejarlo crecer en libertad, apoyado en la gracia del Espíritu Santo.

Reflexión apostólica:
Juan Pablo II nos ha enseñado con su vida a dar fruto de amor, de compasión, de verdad, de bondad, de cultura, de humanidad, de paciencia, de sentido del humor, de alegría, de responsabilidad, de perdón, de justicia, de fortaleza, de liderazgo, etcétera.

Propósito:
Dar hoy frutos de reconciliación y de perdón.

Meditación: Por sus frutos, los conocerán

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”

Meditación:
Jesucristo nos dice, gráficamente, que hay que tener prudencia al hablar, al proponer las cosas de Dios, pues no todos están dispuestos a acogerlas y recibirlas como se debe; nos alerta a no profanar las cosas santas. Por otro lado contrapone el Señor dos caminos: uno nos lleva al Reino de Dios y el otro nos aleja de él.

Recuerdo, en este momento, que en todas las visitas que como turista hace uno a Iglesias y Catedrales, hay que buscar la Capilla del Santísimo, situada en un lugar apartado del tránsito general. Es un ejemplo claro de lo que el Evangelio de hoy nos dice sobre el trato que hay que tener a lo sagrado, en este caso especial a Jesús Eucaristía.

Algunas personas no tienen la creencia o la preparación religiosa para darle el valor a lo sagrado; otras, carecen de una formación humana que las lleve a respetar lo que para otros es santo. Nos pides, Señor, ser prudentes, y veo que podemos no serlo en el celo por darte a conocer y en el entusiasmo al querer compartir las experiencias y vivencias espirituales. Prudencia que no es respeto humano, ni temor, ni pusilanimidad, sino la sabiduría que no expone ni propone algo que es muy valioso, ante quienes lo van a despreciar y maltratar.

Reflexión apostólica:
Al proponer a alguien un apostolado, hagámoslo con la categoría y la importancia que tiene nuestra Iglesia, por ser de Cristo. Su puerta de entrada es estrecha; hay que hacer ante Dios un acto de humildad para traspasarla, pero demostrando a los demás la alegría sincera y el amor con el que se recorre su camino.

Propósito:
Exigir respeto en lo que atañe a Jesucristo y su Iglesia.

Meditación: Sácate primero la viga que tienes en el ojo

Me diste, Señor, con el entendimiento, la capacidad de hacer juicios

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”

Meditación:
Hoy, por medio del Evangelio, Jesús nos habla sobre la caridad que hay que tener en los juicios desechando el desordenado aprecio de sí mismo.

Juzgar a los demás es algo que al Señor no le agrada que hagamos. Todas las disposiciones que el Evangelio nos presenta, como normas de conducta a seguir, contemplan la caridad en la relación humana. Yo sé que me diste, Señor, con el entendimiento, la capacidad de hacer juicios, y por lo tanto me animas y me pides que, ante los acontecimientos, tenga un sano espíritu crítico, que sepa hacer juicios de valor fundamentados en la verdad, y estos me lleven a no aceptar todo lo que se me da, sino que me hagan discernir el bien del mal. Pero a las personas, me lo dices hoy en tu Evangelio y la Iglesia me lo recuerda, no se les debe juzgar. Podemos caer en ello, temerariamente, por ligereza, por inconsciencia o por afán de ser considerados como los que “saben más”, pero sería bueno examinar si en el fondo de nuestros juicios no hay soberbia, envidia o vanidad…

Reflexión apostólica:
Si en el trabajo nos toca señalar errores a los compañeros, vayamos antes al Sagrario y, ante el Señor, tomemos el compromiso de actuar con amor y delicadeza, imitando a su Sagrado Corazón.

Propósito:
Evitar hacer juicios sobre las personas.

Meditación: Cristo necesita almas dispuestas a entregarse

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.

Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.

Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.

El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel

Meditación:
El ángel de Dios se dirige a Zacarías mientras ofrece el incienso en el templo y cumple su función sacerdotal. Su respuesta es dubitativa y pide signos sensibles para creer en el anuncio.

De este pasaje podemos aprender a tener una fe más pura, más libre de condicionamientos y abandonada en Dios, como la de la Virgen María. Así hemos de conducirnos con Dios, con sencillez, con confianza, cooperando con lo que Él nos propone, asombrándonos de los designios de Dios, sean fáciles o difíciles y aceptando su voluntad en todo.

Por otra parte el nacimiento de Juan el Bautista nos invita a reflexionar en la vocación que tiene todo hombre a responder al amor de Dios.

Cristo necesita almas dispuestas a entregarse totalmente, sin reservas, que dediquen su vida a enseñar, predicar, testimoniar a Cristo y lograr que otras personas le sigan, le amen y le coloquen en el centro de su vida. Lástima que muchos preferimos la comodidad, los placeres de una vida tranquila y sin complicaciones, antes que seguir a Cristo, o ayudar a los hombres, nuestros hermanos, necesitados tanto de lo material como de lo espiritual.

Reflexión apostólica:
Todos hemos de ser como Juan el Bautista. Estamos llamados a evangelizar. No podemos pasar por el camino de la vida insensibles de frente a las necesidad de Dios que tiene el mundo.

Propósito:
Dejar en segundo lugar mis intereses terrenos y responder a mi vocación de cristiano, haciendo algo para dar a Cristo hoy a los demás.

Meditación: No se preocupen por el día de mañana

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.

”Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quiénes de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?

”¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en todo el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?

”No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”.

Meditación:
Jesús pide el abandono en la Providencia del Padre celestial, buscando “primero su Reino y su justicia” (v. 33). Nos exhorta a confiar en el Padre y a no dejarnos ahogar por las preocupaciones terrenas en perjuicio de las espirituales.

¿Soy capaz de abandonarme en la Providencia? ¿Estoy consciente de lo que implica? ¿Sé que sin una fe auténtica, es imposible? La Palabra, hoy nos pide no andar preocupados por nuestra vida, ni por el mañana. Y es que todo lo que sucede es voluntad positiva o permisiva de Dios. Él promueve todo el bien y permite el mal, para un bien mayor. ¡Cuántas veces ante un triste suceso o experimentando una circunstancia difícil hemos creído que la felicidad para nosotros se acaba! Sabemos que la vida sigue adelante, y el tiempo va curando las heridas mas si, confiando en Dios entregamos el pesar en sus manos, le ganamos al tiempo y nos recuperamos más rápido de cualquier eventualidad. Veamos en este texto a Jesús, que nos habla con ternura y con verdad, convenciéndonos de que estamos siempre en el pensamiento y en el amor de Dios.

Reflexión Apostólica:
Promovamos la “espiritualidad providencial” en nosotros mismos y en los demás.

Propósito:
Alejaré de mí, la cavilación que daña a mi familia.

Meditación: Donde está tu tesoro, ahí también está tu oración

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; por que donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!” Palabra del Señor.

Meditación:
En la cultura hebrea, corazón significaba mente y conciencia. Mateo recuerda la confianza que debemos poner en Dios, sin dejarnos atrapar por las riquezas o las preocupaciones del mundo.

¡Cuántos corazones confundidos y distraídos con las posesiones, la gente y las preocupaciones de este mundo! ¿Por qué no encontrar con ojos de fe la intervención de Dios en la penuria de cualquier tipo: económico, social, familiar o hasta psicológica?

Pongamos nuestros corazones en Él, y a pesar del mundo, sus atractivos, sus compensaciones y hasta sus desdichas viviremos en paz contemplando todo con esperanza pues aprendemos a distinguir los verdaderos tesoros de los que no lo son.

Reflexión Apostólica:
Luchemos por “atesorar en el cielo”. “Domemos” al corazón y compartamos nuestra experiencia.

Propósito:
Compartiré con alguien el tesoro que yo tengo.

Meditación: Ustedes oren así

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.

Meditación:
Jesús nos dice que la oración ha de ser confiada en el Padre, penetrada de amor a Dios y al prójimo y de pocas palabras, porque de lo contrario resultaría “hipócrita”. Finaliza su discurso presentando la oración que sus seguidores deben rezar cada día al Padre.
Tengo Señor, como tantas personas, una verdadera necesidad de orar; ¡quiero aprender a hacer oración, entrar en un diálogo contigo, que me lleve a encontrar el verdadero sentido de la vida y sea inspiración en mi peregrinar!

Hoy me haces ver que es muy importante ser parco en el hablar, pues Dios sabe bien todo lo que he de necesitar. Ante la custodia que guarda y expone tu Cuerpo para mí, Señor, quiero aprender a mirarte, a adorarte y escuchar. Aquí, mis palabras han de ser pocas, precisas y llenas de una silenciosa humildad. Así, el rato contigo, Jesús Sacramentado, sin sentirlo se prolongará; mas si sólo busco yo hablar, no daré paso a la verdadera oración que es lo que Tú me dices, que hay que procurar.

Reflexión Apostólica:
El apóstol reza el Padre Nuestro unido a Jesucristo, y pide al Espíritu Santo que cada petición vaya calando en la vida personal y así ésta se proyecte hacia el amor y la gloria del Padre celestial.

Propósito:
Leer pausadamente los versículos 14 y 15 de Mateo 6.

Meditación: Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres, para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

”Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú de limosna, que nos sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

”Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

”Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Meditación:
En el Evangelio de Mateo, justicia equivale a santidad, entendiendo santidad como cumplimiento de la voluntad de Dios. Hoy leemos una enseñanza de Jesús sobre tres prácticas fundamentales de la piedad judía: la limosna, la oración y el ayuno. Para que verdaderamente las obras buenas sean obras santas, deben practicarse con rectitud de intención, y serán obras justas que llevarán el sello de Cristo.
No negabas, Señor, las leyes y prácticas de obras buenas del judaísmo, como la limosna, la oración y el ayuno. Sin embargo, les señalabas a tus discípulos una novedad, que era la del espíritu con el que se les debía ir dando cumplimiento. Hoy me lo dices a mí, Jesucristo y salta a la vista y a mi voluntad, un llamado enérgico a la rectitud y a la pureza de intención, de tal modo que las obras sean dirigidas al Padre para que solamente Él las conozca. Desde que nace un pensamiento hasta su ejecución en la práctica, este imperativo irá saneando las intenciones, las actitudes y los actos. Por experiencia sabemos que la rectitud de intención nos va liberando de la soberbia y nos lleva a rectificar errores y a enderezar caminos en los que se ha ido filtrando, sutilmente, la vanidad.

Reflexión Apostólica:
Limosna, oración y ayuno son tres aspectos que en la vida del apóstol hay que considerar y revisar continuamente, de cara a Dios. A la luz de este Evangelio vemos con claridad la disyuntiva: la búsqueda de la recompensa de Dios o pactar con la del hombre.

Propósito:
Revisar en el balance, la rectitud de intención en este día.

Sunday, July 22, 2007

Meditación: Amen a sus enemigos

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que ha ce salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Meditación:
La segunda parte de este precepto de la antigua Ley, “odiarás a tu enemigo” es una mala interpretación del original arameo: “No tienes por qué amar a tu enemigo”. Aún así Jesús va más allá; Él pide a sus seguidores que se ame al enemigo quien sigue siendo, a pesar de todo, su prójimo.

Desde San Esteban, pasando por los cristeros y hasta el último mártir de hoy, todos veían en los hombres que los atacaban y hasta en sus verdugos al pecador que necesitaba de la gracia y del perdón de Dios. Ponían en práctica, no por valientes ni masoquistas, el mandato del Señor de amar y orar por el enemigo.

El Espíritu Santo, quien estuvo presente con Cristo en la cruz, estaba también en todos estos martirios y muertes violentas, señalando que el enemigo a perseguir y con el que no se puede pactar, es el pecado. Igual que Cristo, todos estos mártires imploraban al Padre celestial: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Pidamos en nuestra diaria oración, por todos aquellos que agreden, que odian, que mienten y que son enemigos personales de la Iglesia del Señor.

Reflexión Apostólica:
Sabemos y sentimos que nos rebasa la petición del Señor en este Evangelio: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. Sin embargo, es el deseo de Jesús y acogiéndolo, trabajemos con la ayuda del Espíritu Santo en ir cincelando en nuestro ser el perfil de Jesucristo….

Propósito:
Entender que disculpar es la apertura a los demás que Cristo pide.

Meditación: Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.

Meditación:
Jesús aquí se refiere a la Ley del Talión, de la cual los judíos de su tiempo, hacían uso para la venganza personal. Jesús no prohíbe oponerse a la injusticia, ni combatir el mal en el mundo, sino da un principio nuevo y general de conducta: devolver bien por mal, y no negar a nadie el bien que nos pida.

Te entiendo, Señor, cuando nos dices que hay que desechar de la vida la máxima de “ojo por ojo y diente por diente”. Pero lo que me estás proponiendo hoy en tu Evangelio es darle una vuelta completa a los criterios que imperan. Así, decimos y enseñamos que no hay que vivir en pleito, pero que tampoco hay que dejarse “que nos vean la cara”… Podría ser que considerando que algo es mío y pretendan quitármelo, se endurezca el corazón y, negándome a conciliar, no evite las rencillas familiares. Puedo caer en el error de quedarme, tranquilamente, “con la túnica y el manto”. El mal se presenta en la vida y puede ser que me encuentre con personas que me agredan y me hieran, sea con actos o de palabra, y Jesús aquí me dice que no me enfrente y pelee, sino que ponga un freno definitivo a la venganza.

Reflexión Apostólica:
Quien quiera ser apóstol de Jesucristo, por más que le cueste, ha de dar el giro necesario para identificarse plenamente con los criterios del Señor.

Propósito:
Veré las cualidades, y no los errores de los demás.

Meditación: Domingo XI de la Semana de Tiempo Ordinario

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-8, 3
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús se fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus pies, lo enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: “Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora”:
Entonces Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. El fariseo contestó: “Dímelo, Maestro”. El le dijo: “Dos hombre le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenía con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”.

Entonces Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama”. Luego le dijo a la mujer: “Tus pecados te han quedado perdonados”.
Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: “¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?” Jesús le dio a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”.

Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.

Meditación:
Es mucho lo que podemos aprender de esta narración evangélica. En primer lugar constatamos que Cristo sabe lo que hay en el corazón del hombre, conoce los pensamientos del fariseo, sabe del sincero arrepentimiento de la mujer pecadora, y conoce también profundamente nuestro corazón.

De igual modo, vemos que cuando Cristo se cruza en la vida de una persona, sacude su conciencia y lee en su corazón, todo suscita el arrepentimiento y el amor. Cristo está siempre dispuesto a perdonar y a darnos nueva esperanza de vida. El encuentro con Jesús es como una regeneración: da origen a la nueva criatura, a una nueva persona.

Jesús rechaza el mal, el pecado, no importa quién lo cometa; pero ¡cuánta comprensión muestra el Señor hacia la fragilidad humana y cuánta bondad hacia el que ya sufre a causa de su miseria espiritual y busca en Él al Salvador!

A esta mujer que va a la casa del fariseo Simón, no sólo le perdona sus pecados, sino que también la elogia por su amor. Y es que ante Jesús los actos de amor no pasan. Cualquier gesto de bondad, de comprensión y de servicio deja en el corazón una señal indeleble, que asemeja un poco más a Cristo.

Lo que cuenta para todos nosotros es que se ame con toda el alma y todo el corazón a Dios. Nos lo enseña Jesús cuando cuenta la parábola de los dos deudores.

Reflexión Apostólica:
Hemos de aprender de Jesús a superar la tacañería, y a mostrarnos siempre agradecidos, generosos, sin medida.

Propósito:
Pensar y hablar siempre bien de los demás, alabándolos con caridad.

Sunday, June 17, 2007

Meditación: Les digo que no juren ni por el cielo ni por la tierra

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.
Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno”.

Meditación:
Jesús sigue repasando los preceptos de la Ley de Moisés; ahora es el turno del segundo mandamiento. Los juramentos, entre los israelitas, eran muy frecuentes y por motivos sin importancia. En ellos ponían de testigos al cielo, al Templo, a la creación. Jesús les exhorta a decir sencillamente la verdad.
No es raro oír, para confirmar la autenticidad de lo que se está diciendo, un “¡te juro por Dios!”, y no advertir que, por ligereza, se está incurriendo en algo que sabemos que al Señor, no le gusta. Y, por eso veo que es importante, a la luz del Evangelio, revisar si mis relaciones humanas se rigen por la verdad.
Otra vez, Señor, me remites a mi interior para ver allí, en mi conciencia, si se están colando en mis conversaciones actitudes de hipocresía, o si estoy cayendo en el chisme que frecuentemente falsifica la verdad.

Reflexión apostólica:
Evitemos caer en explicaciones y justificaciones, que a nada llevan, cuando encontremos censura e incomprensión en nuestro trabajo por el Reino de Dios.

Propósito:
Empezar a erradicar los malos entendidos, en mi ambiente familiar.

Meditación: Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’.
Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”.

Meditación:
¡Dios es un Padre misericordioso! Con qué amor trata a la oveja perdida. Va a buscarla, preocupándose de ella, curándole las heridas que haya podido sufrir en las veredas… Cualquier otro pastor, después de haber encontrado la ovejilla alejada de las otras, la hubiera podido conducir al redil con empujones, con amenazas y hasta con malos tratos, o la hubiera castigado por su extravío, más aún, la hubiera dejado sola en los montes. Pero el Padre de la Misericordia no obra así con nosotros, sus ovejas perdidas; nos toma, nos lleva sobre sus hombros y nos cura.
El Hijo de Dios es ese pastor que no puede abandonarnos a nuestra suerte. Por eso se hace hombre, y ofrece su vida por las ovejas. No nos redime con el castigo, ¡nos redime con su amor, con su paciencia! Su amor es un amor que salva. El amor de Dios es un amor que nos busca. Jesús nos enseña que amar quiere decir estar dispuestos a sufrir.
Conscientes de este gran amor del Corazón de Cristo, podemos depositar toda nuestra confianza en Él. Cada día es una oportunidad para volver a la casa del Padre. Aunque tengamos dificultades para convertirnos a Dios, existe siempre la certeza de Su amor y Su misericordia.
Este pasaje nos muestra también la alegría de Cristo y de nuestro Padre celestial por todo pecador que se arrepiente. Roguemos siempre para que quienes se han apartado de Dios vuelvan al redil del Buen Pastor.

Reflexión apostólica:
Todos necesitamos de la paciencia, del perdón, de la comprensión que vemos en el Buen Pastor. Acerquémonos frecuentemente a Él en oración para imitarle en esas virtudes, tratando a los demás como Él los trata.

Propósito:
Mostrarme paciente, amable con las personas a ejemplo de Cristo.

Meditación: Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

Meditación:
“Cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar…” Esta frase del evangelio puede evocar en nosotros un momento específico de la celebración eucarística: la presentación de las ofrendas. Este gesto humilde y sencillo tiene un sentido profundo. En el pan y en el vino que llevamos al altar están representadas también nuestras vidas, pues todo es precioso a los ojos de Dios.

Todas nuestras obras, oraciones, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso… Todo, si se realiza en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, se convierte en sacrificios espirituales agradables ofrecidos a Dios Padre unidos a la ofrenda del Cuerpo del Señor.

Por último, este pasaje evangélico nos invita igualmente a reflexionar en la caridad para con el prójimo. Recordemos que la Eucaristía es el sacramento de la caridad y quien participa en ella se compromete a vivir ese mismo amor en actitudes y comportamientos de vida.

Reflexión apostólica:
Hemos de profundizar en la convicción de que la auténtica participación en la Eucaristía comporta un ejercicio práctico de la caridad.

Propósito:
Relacionarme con los demás con la misma caridad del Corazón de Cristo, siendo comprensivo, paciente, etc.

Meditación: No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley a los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.

Meditación:
El Evangelio es la Palabra definitiva de Dios. Conocerlo, amarlo y seguirlo, nos hace ir descubriendo la voluntad del Señor, para que el hombre viva realmente su dignidad y la verdad sobre sí mismo. Y todo lo que Jesucristo pone a consideración del hombre, en el Sermón de la Montaña, ha de ser incorporado por cada uno al recto proceso del entendimiento, que lleva a la voluntad a actuar, convencida de que cada propuesta se dirige al bien, tanto personal como de la sociedad.
Así como la Ley Antigua educó y preparó a los israelitas para la venida del Mesías, la Ley de Cristo, nos da la pauta para preparar la segunda venida de Cristo. Hemos de ir preparándola, esforzándonos por seguir las enseñanzas del Señor, vividas en la liberación del pecado e imprimiendo, en todo, el sello del amor de Dios.

Reflexión apostólica:
No endurezcamos nuestro corazón. Vivamos las dificultades que se puedan presentar en el apostolado, sin pretender imponer reglas y comportamientos, sino proponerlas con una actitud de amor a Dios y al prójimo.

Propósito:
Ablandar el corazón, evitando la dureza en mis juicios.

Meditación: Ustedes son la luz del mundo

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según sea Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.

Meditación:
El Señor nos presenta hoy la necesidad de “ser sal”, y lo seremos al introducir en todos los medios y actividades en las que estamos involucrados, el ingrediente de la palabra, del amor y del criterio de Jesucristo. Siendo sal, tenemos todas las posibilidades de “ser” para los demás y de dar el sabor de Dios a la vida del prójimo. Mas esa sal se puede desvirtuar, nos dice el Señor: cuando empezamos a posponer los compromisos de oración, cuando el programa de vida se queda arrumbado en el cajón, o cuando frenamos el esfuerzo de superación humana y espiritual, la sal que somos va perdiendo su fuerza, y se puede caer en la tibieza espiritual o en la mediocridad como personas.
Hay que vivir la función de “sal” en la familia ayudando a que vaya resaltando en cada miembro de ella, lo propio y lo positivo de su ser y armonizar, entre sí, las distintas personalidades y de ese modo presentar al mundo la certeza de que la armonía familiar influye en bien de la sociedad.

Reflexión apostólica:
Podemos, a veces, pensar que el alcance de la luz que se nos entregó, es limitado. Hay que recordar que, con la oración, el rayo de aquélla puede penetrar en los sitios más recónditos y ser apoyo en el caminar de muchas almas, por ejemplo, de aquellas que se encuentran haciendo labores especiales para Dios.

Propósito:
Voy a darle luz a las cualidades de las personas.

Meditación: Dichosos los pobres de espíritu

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos loa que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos, puesto que de la misma manera persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes”.

Meditación:
Leemos hoy, la primera parte o introducción al Sermón de la Montaña, que es el poema de la Bienaventuranzas. La idea central del poema es una sola, y está expresada en la primera Bienaventuranza: La pobreza de espíritu.
“Los pobres de espíritu” son los que luchan y se esfuerzan por vivir, con todas sus consecuencias, la virtud de la humildad y se abren con caridad al prójimo. Cada Bienaventuranza es una propuesta que no se fundamenta en la justicia humana, sino en la paradoja del amor. El Señor nos habla sobre los que sufren y toman postura ante el dolor; menciona a los que, olvidándose de sí mismos, comparten las necesidades de los demás; se refiere a los que luchan por la justicia, es decir, por la defensa del hombre y se pronuncian a favor de la dignidad humana… El que vive las Bienaventuranzas es quien, “en pie de lucha”, se va desprendiendo, real y efectivamente, de todo aquello que le impida amar y confiar plenamente en Dios. Aquí hay una invitación directa, para ti y para mí, a darle el sentido personal y único de Jesucristo a la vida y, de este modo, llenarla de contenido, dando gloria a Dios.

Reflexión apostólica:
Vemos en las Bienaventuranzas la posibilidad de “ser más”. Preguntémonos cómo aplicar cada una en nuestro trayecto de apóstoles de Cristo.

Propósito:
Que mi saludo sea siempre un saludo de paz.

Meditación: Joven, yo te lo mando: levántate

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, se dirigía a Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: “Joven, yo te lo mando: levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Meditación:
Jesús, en sus encuentros con quienes sufren, sean hombres o mujeres, revela tener un corazón lleno de ternura y compasión. A la viuda de Naím le dice “no llores” y le devuelve a su hijo resucitado.
Jesús conocía el gran dolor de esa mujer, el amor que la condujo al matrimonio, con toda la alegría y esperanza que ello comportaba, sabía cómo la muerte se había llevado de su lado al compañero de su existencia, al que le unían lazos de amor y de fidelidad. Jesús sabía que la viuda encontraba la prolongación de ese amor en su hijo, y ahora lo había perdido, no le quedaba nada en este mundo y se encontraba sola.
Sólo Jesús sabía del drama interior, del dolor, la soledad y el desánimo que vivía aquella mujer y apiadado por ella, le devuelve a su hijo.
Esta actitud de Jesús nos debe impulsar a ser comprensivos con las personas que sufren, a detenernos a pensar más en las necesidades de los otros que en las nuestras. Pensemos en aquellas personas que tienen un dolor moral o físico, aquellas que se encuentran solas, aquellos abuelos olvidados, etcétera.
El amor al prójimo es una tarea para cada cristiano. Todos conocemos a alguien que vive en cierta soledad y a quien podemos ayudar, ¡comencemos hoy por aliviar esos sufrimientos como lo hizo Jesús en su vida!

Reflexión apostólica:
Nunca debemos sentirnos dispensados del ejercicio de la caridad; hay situaciones en las que hace falta la caridad, porque el hombre, tiene y tendrá permanentemente necesidad de amor y capacidad de amar.

Propósito:
Comprometerme de modo permanente en alguna forma de ayuda a los necesitados, brindando ayuda, sea material o espiritual.

Meditación: Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso”.
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobra; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”.

Meditación:
En este Evangelio los escribas son juzgados por Jesús rigurosamente. Asimismo, pone como ejemplo a la viuda que cumple con un acto de religión, generosamente, agradando por ello a Dios. Mientras ella demuestra desprendimiento, los otros dan a Dios de lo que les sobra.
Hoy aprendemos que a los ojos de Jesús, el monto de lo que se ofrece en la limosna no cuenta, sino lo que éste significa en desprendimiento y generosidad. Lo mismo se aplica a todas las acciones que le ofrezcamos a Dios. Puede ésta ser de gran envergadura y ¡qué bueno!, o puede ser una labor pequeña y constante. En cualquiera de los dos casos no nos podemos olvidar que el Señor está presente, y ve en el fondo del corazón de cada persona, como en el de la viuda, la intención y el grado de amor y generosidad que nuestros actos conllevan.

En las matemáticas del Señor no hay lógica humana; ellas se rigen sólo por un común denominador que se llama “amor”.

Reflexión Apostólica:
El apóstol de Cristo ha de vivir en un marco de sencillez, ajeno al deseo de sobresalir y de ser aplaudido. Dirige su mirada a Dios y a Él entrega sus obras. Desprendiéndose de su egoísmo sale, generosamente, al encuentro de las necesidades de su prójimo, movido por el amor y la fe en Jesucristo.

Propósito:
Aceptar a las personas y disculparlas en sus errores.

Meditación: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37
Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: “¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?
La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado.

Meditación:
El Evangelio de hoy es el testimonio de Jesús sobre su origen y, al referirse al Salmo, deja sentado que David fue inspirado por el Espíritu Santo, y se lo aplica manifestándose como el Mesías.
Jesucristo, como entonces en el Templo, toma la palabra a través del sacerdote que lo predica y lo primero que nos pide es el acto de fe en Él, en el Hijo de Dios. Lo podemos oír, como nos dice el Evangelio hoy, que lo oía la muchedumbre: con mucho agrado, descubriendo a lo largo de la predicación, tanto los señalamientos como los requerimientos, de lo que personalmente nos está diciendo Jesús.
Si hay alguna referencia a textos de la Sagrada Escritura, no dudes en buscarla en tu Biblia y leerla al regresar a tu casa. Date cuenta que Jesús está avalando en este Evangelio, el salmo de David como inspirado por el Espíritu Santo, lo que nos debe llevar a apreciar, en su realidad de “inspirado por Dios”, cada versículo o texto que leamos en la Biblia.

Reflexión Apostólica:
Oír “con agrado” la voz de Dios, entra en el programa de las personas cristianas, pero seguirla con fidelidad y alegría en la familia, es plan de vida para el apóstol de Cristo.

Propósito:
Delicadeza y sencillez en mis relaciones familiares.

Meditación: Comieron todos y se saciaron

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 11-17
En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos. Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario”. Él les contestó: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos le replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente”. Eran como cinco mil varones.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, para que ellos los distribuyeran entre la gente.
Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

Meditación:
Meditemos hoy en el ejemplo del muchacho que ofreció a Jesús los cinco panes y los dos pescados. A simple vista parecía demasiado poco, ¿qué era eso para tanta gente?

Lo que la razón humana no se atrevía a esperar, con Jesús se hace realidad gracias a la generosidad de alguien que ofreció todo lo que tenía.

Para imitar esta actitud debemos ser concientes de lo que poseemos, de nuestros cinco panes y dos peces, es decir, redescubrir el don de la vida, que tenemos la fe y el amor y tantos otros dones que Dios ha puesto en nuestro corazón, ¡son talentos preciosos que hemos de poner al servicio de los demás! No importa cuánto tengamos, lo importante es ofrecerlo todo al Señor, sin reservarnos nada.
De igual modo, las líneas evangélicas nos invitan a abrirnos a las necesidades de los demás. ¿Cómo vivir con los ojos cerrados y los oídos poco atentos a las grandes necesidades de nuestro país y del mundo? Todos podemos ofrecer los cinco panes y los dos peces que Dios haya depositado en nuestras manos. ¡Todos podemos aportar algo!

Reflexión Apostólica:
La auténtica solidaridad y servicio no se improvisan, debemos salir todos los días al encuentro de las necesidades de los demás con una actitud activa.

Propósito:
Estar atento a las necesidades de los otros y responder con generosidad.

Meditación: Dios no es Dios de muertos, sino de vivos

Evangelio:
Lectura del Santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”.

Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.

Meditación:
Los saduceos le presentan a Jesús lo que ellos piensan que es un problema acerca de la resurrección de los muertos. Jesús les hace ver su ignorancia sobre la interpretación de las Escrituras y se refiere a ellas recordándoles el episodio de Moisés y la zarza ardiendo.
Las intervenciones que tenemos, por lo menos algunos de nosotros, en conversaciones sociales, referentes a historia, cultura general, y principalmente en materia religiosa, son la mayoría de las veces tan desafortunadas, como la de los saduceos de este Evangelio, a quienes Tú, Señor, ubicas en su ignorancia.

Entiendo, a la luz de este Evangelio que mientras estemos con vida y lúcidos mentalmente, hay que buscar y aprovechar las oportunidades de educarnos, de instruirnos, de formarnos en todos los aspectos. Por otro lado, socialmente el Señor necesita personas que den testimonio de Él, con inteligencia, con conocimiento y con la preparación adecuada… ¡Hay que ser una de ellas!

Reflexión Apostólica:
El Dios de los vivos llegó a mí con el Bautismo, lo que me lleva a pensar que mientras más vitalice mi bautismo, Dios se servirá mejor de mí y lo podré dar a conocer como quien es: Dios de vivos. De este modo, podré ir sembrando la esperanza en el corazón de tantos que, hoy, viven creyendo que Dios es de sufrimiento y de muertos.

Propósito:
Promover en mi familia el interés por la lectura.

Meditación: Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17
En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?”

Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea”. Se la trajeron y él les preguntó: “¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?” Le contestaron: “Del César”. Entonces les respondió Jesús: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y los dejó admirados.

Meditación:
Como en otros pasajes del Evangelio, vemos hoy a Jesús dando una respuesta a algunos judíos que trataban de ponerle a prueba. Jesús es sabio y evita la trampa.

“Dad a Dios lo que es de Dios”. Con esto nos indica que lo que más cuenta en la vida del hombre es el Reino de Dios. Las palabras de Cristo deben iluminan nuestra conducta como cristianos en el mundo. La fe no nos pide que nos aislemos de las realidades temporales; por el contrario, la fe debe estimularnos a comprometernos por transformar el mundo, por hacerlo más justo, más humano, contribuyendo desde donde nos encontremos a la instauración del reino de los cielos.

“Dad al César lo que es del César” significa también respetar las leyes justas y a quienes ejercen la autoridad. En esto los cristianos debemos de dar ejemplo y testimonio de civilidad.

Sin embargo, no estamos obligados a seguir las leyes que contradicen las leyes de Dios. En esto, el cristiano debe ser firme testigo yendo, cuando sea necesario, “contra corriente”. Ir “contra corriente” en un ambiente materialista y consumista, en un mundo de “apariencia”, del “qué dirán”, del placer desordenado, y de indiferencia ante el prójimo. Sólo así seremos cristianos auténticos y daremos a Dios el primer lugar.

Reflexión Apostólica:
Hoy podemos preguntarnos si realmente le damos a Dios todo lo que le corresponde. Si le adoramos, le tomamos en cuenta, le dedicamos el tiempo y el lugar primordial en nuestra vida.

Propósito:
Hoy pondré a Dios en el primer lugar dedicándole el mejor tiempo a la oración, y buscaré agradarle más a Él que a mí mismo.

Meditación: Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña

Evangelio:
Lectura del santo Evaiigelio según san Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo: “Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.

”A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles a otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.

”Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Este es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.

”¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?”

Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.

Meditación:
Existe en el salmista un sentimiento de abandono en Dios, llamándolo, “refugio”. Y un refugio es aquel que nos resguarda de las inclemencias del tiempo o de las acechanzas del enemigo. Y así equipara el amor de Dios en la vida del hombre, en mi propia vida, como aquél que me resguarda y acompaña cuando las circunstancias de la vida son dolorosas. Él me sostiene en esos momentos, y me da la seguridad necesaria para seguir caminando, aunque yo mismo no vea bien el camino. También me defiende y alerta del enemigo. A veces éste lo tenemos dentro de nosotros mismos, manifestado como nuestras pasiones, soberbia, vanidad, sensualidad, etc. Es sólo con Cristo que saldré victorioso de las batallas de mi vida.

Reflexión Apostólica:
La base de cualquier acción cristiana, de cualquier predicación del Evangelio es la propia experiencia del amor de Jesucristo.

Propósito:
Imitaré a María, en ser agradecida con mi esposo y con mis hijos.

Meditación: La Santísima Trinidad

Todo lo que tiene el Padre es mío. – El espíritu recibirá de mí lo que les vaya comunicando a ustedes.

Evangelio:
Lectura del santo evangelio según
san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún
tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando
hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá
lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder.
El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que
les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho
que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Meditación:
Jesús nos promete la venida del Espíritu Santo, que nos guía
hasta la verdad plena. Con ello quiere indicar que para conocer a Dios, necesitamos
de la iluminación de este Espíritu de amor. Él nos ayuda
a conocer a Jesús y nos indica el camino para llegar a ser cada vez más
semejantes a Él.
Este don divino es, al mismo tiempo, luz y fuerza: luz, para conocer a Dios
y para anunciar el Evangelio; fuerza, pues nos infunde la valentía para
dar testimonio de la fe.
La oración y la Meditación, el silencio
y la escucha de las inspiraciones del Espíritu Santo, nos ayudarán
a madurar en la fe.
Redescubramos que el Espíritu de Dios habita en nosotros como en un templo,
y aprendamos a escuchar la voz del “Paráclito” como lo llama
Jesús, de Aquel que nos enseña y sostiene, defiende y consuela,
la voz del dulce Huésped del alma.
Por último, este pasaje evangélico nos hace profundizar en la
verdad central del cristianismo: la Santísima Trinidad. El Espíritu
Santo es enviado por el Padre y por el Hijo después que el Hijo, realizada
su misión, entró en su gloria.
Así pues, dejémonos guiar por este Espíritu Santo. Él
nos guiará siempre por el "camino" que es Cristo, hacia el
encuentro con el Padre.

Reflexión Apostólica:
El Espíritu Santo habita en los corazones de los fieles por medio de
la caridad. Seamos templos dignos de este Santo Espíritu.

Propósito:
Escuchar la voz del Espíritu Santo en mi conciencia.

Meditación: Santa María Reina de la paz

Se necesita mucha hambre de felicidad auténtica para buscar a Dios y por ello los esforzados llegan plenamente a ser felices.

Evangelio:
Mc 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -"¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?". Jesús les respondió: -"Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con que autoridad hago esto: el bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme". Se pusieron a deliberar: -"Si decimos que es de Dios, dirá: ´¿Y por qué no le habéis creído? Pero como digamos que es de los hombres...´" (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta). Y respondieron a Jesús: -"No sabemos". Jesús les replicó: -"Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto".

Meditación:
¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué lo de más allá? A todo le buscamos explicación y nunca terminan nuestras preguntas. Es fácil la aceptación por todos, independientemente de su filosofía, del principio presente en los hombres, de la búsqueda de la verdad . Y creo que teológicamente lo podríamos afirmar sin equivocarnos: los hombres estamos todos abiertos a la Verdad y "nuestro corazón andará inquieto hasta que descanse en Dios", que es la Verdad, y por eso no nos cansamos de preguntar incluso sobre Dios y a Dios mismo. ¡Queremos la Verdad! ¡Necesitamos la Verdad porque queremos ser felices!

Todas esas preguntas no tienen nada de malo si nos llevan a buscar a Dios: ¡todo lo contrario!, aunque muchas veces, podríamos decir con Séneca en su carta a su sobrino Lucilio quien se cuestionaba, como nosotros en algún momento, sobre la existencia de Dios: "Dios está cerca de ti, está contigo; es más, está dentro de ti...".

Pero qué pensar de aquellos que, como los fariseos, no sólo no buscan a Dios sino que ¡se enfrentan a Dios!: "¿con qué autoridad haces esto?". Es decir: "¿quién te crees? ¡Qué fácil es que cuando no entendemos el por qué de algo que nos duele o que no nos gusta, o simplemente que no entendemos... nos enfrentamos a Dios, le pidamos cuentas o simplemente demos media vuelta a la página y queramos olvidarnos de Dios.

Se necesita mucha hambre de felicidad auténtica para buscar a Dios y por ello los esforzados llegan plenamente a ser felices. Si lo buscas, es que ya lo tienes" y "quien a Dios tiene, nada le falta. A Dios hay que buscarlo dentro, como decía Santo Agustín: "Yo te buscaba fuera y tú estabas dentro". ¡Gracias, Señor, por el don de la felicidad que eres Tú mismo!

Propósito:
Todos tenemos hambre de Dios y todos necesitamos de Dios. Por ello, hoy ayudaré a saciar esa hambre de Dios a mi cónyuge y a mis hijos. Ojalá algún día puedan decir: "Daré gracias al que me enseño".

Meditación: Mi casa es casa de oración

El hombre que más ha cambiado la humanidad y ha dejado la mejor herencia es Jesús de Nazareth, verdadero Dios y verdadero hombre.

Evangelio:
Marcos 11, 11-26
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -"Nunca jamás coma nadie de ti". Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -"¿No, está escrito: ´Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos´? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos". Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: -"Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado". Jesús contestó: -"Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas".

Meditación:
La mayoría de los hombres pasan por este mundo sin dejar rastro ni trascendencia. Si analizamos la historia, los que viven para cantar las alabanzas del Señor son los que cambian el mundo y dejan una herencia de la que se benefician los demás. Pensemos en todos los santos. Si queremos trascender, si queremos dejar una herencia, vivamos para Dios y su alabanza como cantamos en el salmo.

El hombre que más ha cambiado la humanidad y ha dejado la mejor herencia es Jesús de Nazareth, verdadero Dios y verdadero hombre. Imitemos y sigamos sus enseñanzas. Principalmente hoy veamos la importancia de la oración, de nuestra oración, la que ahora hacemos. Cristo nos dice que pidamos con fe, seguros de que ya he sido escuchado y se ha hecho como he pedido porque Dios lo puede todo y Dios busca mi bien. Se ha hecho lo mejor para mí en esos momentos.

Propósito:
Hacer un acto de fe en cada una de mis peticiones y confiar en que obtendré eso que he pedido. Perdonar a todos y siempre. Nunca guardar rencor.

Friday, June 01, 2007

Meditación: ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?

Evangelio:
Lc 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa

Meditación:
En cuanto oyó Isabel el saludo de María, quedó llena del Espíritu Santo. La Virgen santísima, lleva en su seno al Hijo concebido por obra del Espíritu Santo, y transmite en torno a sí gracia y gozo espiritual. Algo parecido debería suceder con nosotros cada vez que comulgamos. Cuando recibimos a Jesús nos llevamos a Cristo con nosotros en nuestro corazón y así como María debemos irradiar a Cristo.

Pidámosle a María que nos enseñe lo que significa entrar en comunión con Cristo. Ella le dio su carne, su sangre, se dejó penetrar en el cuerpo y en el espíritu por Cristo. Si se lo pedimos con fe, ella nos ayudará a abrir cada vez más todo nuestro ser a la presencia de Cristo.

El evangelio de san Lucas nos presenta además el canto del Magníficat. Esta oración que brotó del corazón de María es un canto que refleja su alma. Nos hace ver que María es una mujer que se alegra por la elección de Dios, es una mujer que es feliz cumpliendo la voluntad del Señor, es una mujer abierta, que comunica las maravillas que Dios ha hecho con ella. Detrás de todo esto se encuentra un profundo sentimiento de alabanza a Dios por parte de María, una actitud decidida a darle a Dios el primer lugar en su vida.

Reflexión apostólica:
Toda la hondura interior de María nace de un cultivo de la vida de oración y del silencio. Pongamos en práctica también el silencio que nos lleve a hablar más con Dios y a ver a Dios en todo, como María.

Propósito:
Rezar un misterio del Rosario pidiéndole a María que nos conceda un amor a su Hijo semejante al que Ella le

Meditación: Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado

Evangelio:
Mc 10, 32-45
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de Jerusalén y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. El se llevó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: “Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará”.

Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. El les dijo: “¿qué es lo que desean?” Le respondieron: ‘Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.

Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”

Meditación:
En muchas ocasiones Jesús instruye y forma a los Doce llamándolos aparte. Los hijos del Zebedeo hacen una petición especial al Señor, y a su ambición, Él contesta que habrán de identificarse con sus sufrimientos y que no está en Él concederles su deseo.

Me dice hoy el Evangelio que el Señor “toma a los Doce” haciéndoles el tercer anuncio de la Pasión, y esto me lleva a pensar en mi “familia”. Frecuentemente nos tomas Jesucristo para tener un “encuentro” contigo. En ese rato que pasamos en tu compañía, tu Palabra nos llega clara, precisa, y a cada uno le dices algo importante para que la exprese y la viva.

A tus apóstoles les adelantabas lo que te acontecería; a nosotros, nos pides recordarlo con amor, y con alegría. Así, cada ocho días nos instruyes y nos iluminas, pudiendo salir del Centro que nos acoge, comprometidos a darte a conocer, llevando a los demás tu Reino, Jesucristo.

Reflexión Apostólica:
Recordemos que los apóstoles del Reino hemos de ser jefes de almas, sirviendo a los hombres en y desde la Iglesia de Jesucristo.

Propósito:
Servir con sencillez a mi prójimo

Meditación: Recibirán cien veces más en esta vida, junto con persecuciones; y en el otro mundo, la vida eterna

Evangelio:
Mc 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.

Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”

Meditación:
Los que por amor a Cristo dejan la propia familia, entran plenamente a formar parte de la familia espiritual de Cristo. No les faltarán persecución y ataques pero encuentran siempre el premio que el Señor da a su desprendimiento.
Pedro sabía que había dejado todo por seguirte, y yo sé, Señor, que de muy poco me he desprendido por Ti. Pienso en todos aquellos que por vocación al sacerdocio, o a la vida religiosa, dejan atrás sus amores humanos, las personas queridas, las más allegadas, y, por amor a Ti y al Evangelio, se suben a tu barca con la decisión y la confianza de “remar mar adentro” contigo.

¿A qué me estás pidiendo renunciar, por amor a Ti, Jesucristo? Hoy me lleva tu Evangelio a contemplar seriamente cuál es la medida de mi egoísmo y a encontrar todos esos apegos que son un lastre que me impide caminar hacia la vida eterna, hacia tu recompensa.

Reflexión Apostólica:
Poner en primer lugar el amor a Cristo y a su Evangelio, propicia la apertura a la generosidad y al desprendimiento.

Propósito:
Por amor a Dios “desprenderme” de mi rutina y visitar a un enfermo.

Meditación: Ve y vende lo que tienes y sígueme

Evangelio:
Mc 10, 17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”

Meditación:
En el Antiguo Testamento la justicia era premiada con riquezas. El joven rico, que era bueno por guardar los mandamientos, no entiende el nuevo programa que Jesús le propone. Ante el incidente, el Señor habla del peligro de las riquezas.

Afirmo que te quiero, Señor, y que mi vida ha transcurrido dentro de tus mandamientos. Sin embargo, cuando me pides “algo más” mi primer impulso es evadirme, alejarme de Ti y seguir mi “buen camino”. Se me olvida, prefiero no acordarme, quiero ignorar que la llamada que nos hiciste, una vez rescatados por Ti del pecado, es una llamada a la santidad.

Como el joven rico te he de preguntar: “¿qué más puedo hacer para merecer la vida eterna?” Hoy descubro, a la luz del Evangelio, que tu respuesta será: haz lo que, en tu conciencia, sabes que es lo pertinente en tu camino a la santidad; opta y sígueme.

Reflexión Apostólica:
La generosidad con una clara y comprometida conciencia social ha de distinguir al apóstol de Jesucristo.

Propósito:
Vivir mi compromiso con Cristo.

Meditación: Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo: Reciban el Espíritu Santo

Evangelio:
Jn 20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdona dos; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”

Meditación:
Si contemplamos la escena nos damos cuenta de que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles que estaban reunidos en oración. Jesús, les había mandado que permanecieran juntos, y así lo hicieron. Esto nos da una magnífica lección acerca de cómo los cristianos debemos guardar la unidad. A veces se piensa que sólo seremos auténticos misioneros si llevamos a cabo grandes obras, o que la eficacia depende sólo de una esmerada programación de actividades a favor de la Iglesia. Todo eso puede ayudar, pero la condición primera que nos pone el Señor para trabajar por Él, es guardar la unidad.

Por otro lado, Jesús nos trae este gran don que tanto anhelamos: la paz. Pero la paz no es sólo un deseo de nuestro corazón, es también un mandato de Cristo. Su mandamiento del amor implica comprometernos en la construcción de la paz. En nuestras familias, con nuestros vecinos, en los lugares de trabajo. Allí donde hay un cristiano debe haber una semilla de unidad y de paz.

Reflexión apostólica:
Los sacerdotes son instrumentos de Dios, por medio de ellos Dios nos dispensa su gracia. Agradezcamos siempre a Dios su sabiduría y que haya querido esta instrumentalidad de la Iglesia.

Propósito:
Acercarme al sacramento de la penitencia con frecuencia, examinando mi conciencia especialmente acerca de las faltas cometidas en contra de la unidad y de la paz.

Meditación: Este es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero

Evangelio:
Jn 21, 20-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: “Sígueme”. Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: ‘Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?’ Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¿qué va a pasar con éste?” Jesús le respondió: “Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme”.

Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’

Ese es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran.

Meditación:
El Señor desea que cada uno de nosotros sea también como Juan, un discípulo suyo, que viva en amistad personal con Él. Para lograr esto, no basta con asistir alguna vez a Misa o decir que somos cristianos, es necesario esforzarnos por vivir como Jesús. Esto sólo es posible si tenemos una amistad personal con Cristo, si le tratamos con familiaridad.

Esta debe ser la meta del cristiano, tener a Cristo como el mejor amigo. Y ya sabemos cómo se trata a los amigos: se les abre el corazón, se busca hacer algo por ellos, se pasa tiempo con ellos. Tenemos también el ejemplo de Cristo, Él es compañero, Él nos acompaña, nos protege, ayuda, anima, espera, comprende, perdona… ¿Por qué no decidirnos a confiar y creer en Él totalmente?

La amistad de Cristo requiere esfuerzo. En concreto, exige de nosotros ser más “silenciosos”, es decir, escuchar a Cristo en la oración, pues sólo en el silencio se puede escuchar al Amigo del alma.

Reflexión apostólica:
La oración es un don de la gracia, pero presupone siempre una respuesta decidida y una lucha constante por nuestra parte. No debemos olvidar cuán necesaria es la oración en nuestra vida.

Propósito:
Dedicar más tiempo a la oración, consciente de que se ora como se vive, y se vive como se ora.

Meditación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Evangelio:
Jn 21, 15-19
En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” El le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.

Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”.

Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.

”Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.

Meditación:
En este pasaje evangélico descubrimos cómo Jesús se dirige a Pedro con un tono familiar y de amistad. Le plantea una pregunta sencilla, profunda. Le cuestiona sobre la medida de su amor: “¿Me amas más que éstos?” Esta misma pregunta nos la hace el Señor a nosotros: “¿Me amas más que... a tus comodidades, más que a tus posesiones, más que a tus proyectos, más que a ti mismo?”
Esta pregunta expresa un interés personal. Muchas veces los enamorados saben cuánto son amados, pero quieren escuchar la respuesta de labios de su pareja, del mismo modo, Jesús, aunque nos conoce muy bien, nos pide una declaración de amor, no con los labios, sino con la vida.

El evangelio de San Juan también nos da pie para reflexionar en la misión de Pedro. Jesús le da un mandato: “Apacienta mis ovejas”. Esta es la labor del Papa. Él ha recibido una misión y una autoridad singular, la de guiar a la Iglesia. El Papa ha recibido de Cristo la misión de enseñar. Esta potestad asusta a algunos hombres, lo ven como una amenaza a su libertad, pero no es así, el Papa es un instrumento que nos transmite la Palabra de Dios.

Reflexión apostólica:
¿Queremos saber si nuestro amor a Cristo es auténtico? Veamos cómo va nuestra fidelidad y obediencia a las enseñanzas del Papa y de la Iglesia.

Propósito:
Estaré atento a las enseñanzas del Papa, buscaré leer alguno de sus últimos mensajes y rezaré por Él.