Meditación: El Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre
Jn 16, 23-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”
Meditación:
El evangelio nos habla de la Encarnación y de la vida de Jesucristo en el mundo que vino a salvar. Esta etapa del Hijo del hombre, como al Señor le gustaba llamarse, tuvo un fin en el tiempo, mas eso no quiere decir que Él nos abandona, ya que nada de nuestras vidas sucede que no esté en manos de Dios. “Aunque mi padre y mi madre me abandonaran, el Señor me acogerá” (Sal 27, 10).
El Padre inició la revelación por los caminos de la historia con Abraham, Moisés y Natán; esta revelación alcanza su plenitud en Jesús de Nazaret: “La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Juan 1, 14). El Padre celestial nos instruyó claramente: “Escuchadle” (Mc 9, 7). Jesucristo es el camino, y la meta, Dios Padre. Recordemos que Jesús, al mismo tiempo que estuvo orientado a los hombres para salvarlos nunca perdió de vista a su Padre.
Reflexión Apostólica:
Caminamos con Jesucristo siendo sus apóstoles y, porque somos sus apóstoles, oramos al Padre celestial acogiéndonos a su misericordia y buscamos, con la ayuda de la Virgen Santísima, ser dóciles a lo que el Espíritu Santo nos diga.
Propósito:
Oraré al Padre, mi principio y mi fin, y a Cristo mi mediador.