Meditación: El Espíritu santo, que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas
Acoger al Padre y al Hijo en mi alma
Evangelio:
Jn 14, 21-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”.
Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): “Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?” Le respondió Jesús: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.
Meditación:
Amarte, Señor, implica guardar tu Palabra y permitir que tu Espíritu haga morada en mí. Suena fácil, pero sé que el término “guardar” exige, por lo menos tres tareas de mi parte: conocer la Palabra, cumplirla y custodiarla, es decir, conocerte para amarte, imitarte y no ofenderte, Señor. Estas tareas no serán viables si la persona no se abre con sencillez y humildad al Espíritu Santo.
Jesucristo, nos ha mostrado el amor del Padre celestial y se ha desgastado por enseñarnos nuestro bien, en la Verdad de la Palabra que es Él, la cual debemos acoger en nuestra vida diaria.
Me pregunto, ¿qué tan dispuesto y preparado estoy para acoger al Padre y al Hijo en mi alma?, ya que, con sinceridad, mi testimonio a veces no es el de alguien que “guarde su Palabra”.
Hoy me haces ver, Señor, que es el amor el factor que ha de fundamentar mi vida interior y todos mis actos. En el amor puedo descubrir el del Padre celestial; el amor le da crecimiento a mi fe en Jesucristo, vitaliza la esperanza y se une al amor del Espíritu Santo para vivir la caridad aplicando en todo las palabras del Señor.
Reflexión apostólica:
El apóstol difunde la Palabra por amor al Padre y a Jesucristo en el prójimo.
Propósito:
Apoyaré con entusiasmo y con lo que esté a mi alcance, las obras en el Centro de Apostolado.
Evangelio:
Jn 14, 21-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”.
Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): “Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?” Le respondió Jesús: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.
Meditación:
Amarte, Señor, implica guardar tu Palabra y permitir que tu Espíritu haga morada en mí. Suena fácil, pero sé que el término “guardar” exige, por lo menos tres tareas de mi parte: conocer la Palabra, cumplirla y custodiarla, es decir, conocerte para amarte, imitarte y no ofenderte, Señor. Estas tareas no serán viables si la persona no se abre con sencillez y humildad al Espíritu Santo.
Jesucristo, nos ha mostrado el amor del Padre celestial y se ha desgastado por enseñarnos nuestro bien, en la Verdad de la Palabra que es Él, la cual debemos acoger en nuestra vida diaria.
Me pregunto, ¿qué tan dispuesto y preparado estoy para acoger al Padre y al Hijo en mi alma?, ya que, con sinceridad, mi testimonio a veces no es el de alguien que “guarde su Palabra”.
Hoy me haces ver, Señor, que es el amor el factor que ha de fundamentar mi vida interior y todos mis actos. En el amor puedo descubrir el del Padre celestial; el amor le da crecimiento a mi fe en Jesucristo, vitaliza la esperanza y se une al amor del Espíritu Santo para vivir la caridad aplicando en todo las palabras del Señor.
Reflexión apostólica:
El apóstol difunde la Palabra por amor al Padre y a Jesucristo en el prójimo.
Propósito:
Apoyaré con entusiasmo y con lo que esté a mi alcance, las obras en el Centro de Apostolado.
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