Sunday, May 06, 2007

Meditación: Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre

Evangelio:
Jn 14, 7-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.

Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras.

Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre; y cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre”. Palabra del Señor.

Meditación:
Interceder, pedir a favor de otro es, desde Abraham, evidencia de la misericordia de los corazones. Así como Moisés fue el gran intercesor en el Antiguo Testamento, Cristo en el Nuevo, es el gran intercesor de todos los hombres, ante el Padre y para su gloria.

La vida humana cuenta con la custodia y la intercesión permanente de los ángeles, así como la ayuda fraterna de los santos, mas es importante recordar que el intercesor por excelencia sólo es Cristo. Con frecuencia acudimos a los ángeles y a los santos, como intercesores, olvidando un poco, quizás, que nuestro primer y gran intercesor ante Dios Padre, es Cristo. Con ello debemos sellar nuestra vida entera, con la vivencia de un amor verdadero y apasionado a Cristo que se traduzca en seguimiento e imitación. Cristo está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en los pobres, en los enfermos, en mi compañera de equipo que está pasando un momento difícil.

Cristo está presente también bajo las especies eucarísticas, evidencia de que es nuestro gran intercesor y al cual podemos acudir en cualquier momento, visitándolo en el Sagrario o recibiéndolo en la comunión.

Reflexión Apostólica:
“Para el apóstol el Sagrario tiene que ser lugar de conciliación de su corazón: Ahí Cristo nos sana de todas nuestras pequeñeces; de toda privación, de toda inquietud. Ahí Él se nos presenta como el amigo que nunca falla; capaz de satisfacer los más secretos anhelos de nuestro corazón”. (Mensaje 1, Carta 50 núm. 5).

Propósito:
Frente al Sagrario, pediré humildad y tolerancia en mi vida de equipo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home