Meditación: El Espíritu Santo les recordará todo cuanto les he dicho
Evangelio:
Jn 14, 23-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho: La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”
Meditación:
¡Qué mejor manera de celebrar este tiempo de Pascua, a través de la liturgia con la cita del Apocalipsis que habla del triunfo de Cristo y de la Jerusalén Mesiánica!
La ciudad a la que se refiere el Apocalipsis ya no es la Jerusalén terrestre. Es la ciudad de la esperanza, es la plenitud que resiste la última invasión. Es la salvación mesiánica como un don de Dios. De ahí que la ciudad no necesitara de sol ni de luna para iluminarse, pues su fuente de luz será la gloria de Dios, y su instrumento, el Cordero. Al final de los tiempos, Dios vencerá y su Ciudad será morada para todas las almas que siguieron los pasos de Su Hijo en la tierra. ¡El Plan Divino se cumplirá!
Hoy con la lectura del Apocalipsis, puedo confirmar la esperanza y la promesa de la salvación eterna y recordar que para lograrla me tendré que enfrentar a persecuciones y a tentaciones que deberé vencer.
Reflexión Apostólica:
Propiciaré que la esperanza impregne mi testimonio, convencida de que un día recibiré la felicidad eterna del encuentro definitivo con Dios.
Propósito:
Trataré de justificar o de enmendar, con humildad, cualquier “falta a la esperanza”.
Jn 14, 23-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho: La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”
Meditación:
¡Qué mejor manera de celebrar este tiempo de Pascua, a través de la liturgia con la cita del Apocalipsis que habla del triunfo de Cristo y de la Jerusalén Mesiánica!
La ciudad a la que se refiere el Apocalipsis ya no es la Jerusalén terrestre. Es la ciudad de la esperanza, es la plenitud que resiste la última invasión. Es la salvación mesiánica como un don de Dios. De ahí que la ciudad no necesitara de sol ni de luna para iluminarse, pues su fuente de luz será la gloria de Dios, y su instrumento, el Cordero. Al final de los tiempos, Dios vencerá y su Ciudad será morada para todas las almas que siguieron los pasos de Su Hijo en la tierra. ¡El Plan Divino se cumplirá!
Hoy con la lectura del Apocalipsis, puedo confirmar la esperanza y la promesa de la salvación eterna y recordar que para lograrla me tendré que enfrentar a persecuciones y a tentaciones que deberé vencer.
Reflexión Apostólica:
Propiciaré que la esperanza impregne mi testimonio, convencida de que un día recibiré la felicidad eterna del encuentro definitivo con Dios.
Propósito:
Trataré de justificar o de enmendar, con humildad, cualquier “falta a la esperanza”.
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