Saturday, April 28, 2007

Meditación: "Comer" a Cristo

La comunidad cristiana crecía, animada por el Espiritu Santo

Evangelio:
Jn 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

Meditación:
Esta meditación puede ser una ocasión propicia para profundizar en el significado de nuestras comuniones. Este acto de “comer” a Cristo, es realmente un encuentro entre dos personas, es entrar en comunión con Aquel que es mi Creador y Redentor. Recordemos que cada comunión bien hecha implica adoración, voluntad de seguir a Cristo. Pero no podemos recibir solamente de modo pasivo a Jesús. Comulgar significa imitarle en su entrega.

El pan que comulgamos, está hecho de muchos granos de trigo, y encierra el significado de la unión. Con la comunión sacramental quedamos unidos al Señor como todos los demás que comulgan. La Eucaristía se debe traducir por eso en un ejercicio práctico del amor, no en abstracto, sino “aquí y ahora”, en el “hoy” de cada día.

Antes de concluir, reflexionemos en la figura de Simón Pedro, que tomó la palabra y dijo: “Señor, ¿a quién iremos?...”. Cuando muchos querían irse y dejar a Jesús, Pedro se lanza con valentía a confesar que Cristo es quien tiene palabras de vida eterna. De la misma manera, el Papa, sucesor de Pedro, tiene la misión de mantenernos unidos en la fe en Cristo. El Papa no proclama sus propias ideas, sino que constantemente nos transmite la Palabra de Dios. Por ello debemos tomar sus enseñanzas como el criterio de verdad y seguirlas fielmente.

Reflexión apostólica:
Pensemos que lo único que define nuestra vida es el amor. La afirmación de que amamos a Dios es una mentira si nos cerramos al prójimo, si no somos capaces si quiera de saludar a quien no nos agrada. Pensemos que cerrar los ojos al prójimo nos cierra también a Dios.

Propósito:
Me acercaré a la comunión con gran reverencia y fervor. Luego llevaré a la práctica el mandamiento del amor, mirando a las personas no ya con mis ojos sino desde la perspectiva de Cristo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home