Saturday, April 28, 2007

Meditación: Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados hasta que se saciaron

No solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Evangelio:
Jn 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, decía: “Este es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

Meditación:

El cuarto evangelio nos presenta uno de esos días en que las multitudes seguían a Jesús. Al Maestro le preocupaba que no tuvieran algo de comer. Y le lanza a Felipe una pregunta precisa, quiere escuchar del apóstol una sugerencia sobre cómo resolver la situación.

Esto nos muestra cómo el Señor actúa por medio de instrumentos, y no de forma directa. Nosotros como Felipe, hemos de ser puentes entre Dios y los hombres; como canales abiertos hacia Jesús. Nuestras vidas deben ayudar a otros a encaminarse a Cristo.

Por otra parte, es curioso ver al apóstol Felipe dándole a Jesús la respuesta de un administrador o un ecónomo: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Así suelen ser nuestras respuestas, llenas de sentido práctico. Y así nos conducimos en la vida, dándole a Dios explicaciones muy realistas pero a la vez muy terrenas de lo que conviene hacer. Nuestra fe, debería abrirse a un nivel más elevado en el que le dejemos más libertad a Dios para actuar en nuestra vida.

Sabemos cómo termina este pasaje evangélico y lo que hizo Jesús: realizó el milagro de la multiplicación de los panes. Pero ¿cómo lo hizo? Tomó los cinco panes y los dos peces de un muchacho. Es decir, pudo realizar el milagro gracias a que alguien compartió lo que tenía.

Nuestros recursos serán siempre insuficientes, podríamos decir que hasta ridículos y pobres. Pero cuando los ofrecemos a Jesús, Él nos los bendice, ¡Él realiza milagros con nuestra vida!

Reflexión apostólica:

Todos tenemos algo que ofrecerle a Dios Nuestro Señor, por más pequeño que parezca. Pongamos todos nuestros recursos al servicio de la Iglesia.

Propósito:

Ponerme al servicio de Jesús este día, diciéndole ¿cómo te puedo servir hoy en mis hermanos?

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