Thursday, April 19, 2007

Meditación: El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos

Tomás, tu crees, por que me haz visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.

Evangelio:
Jn 3, 31-36
“El que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.

El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él”.


Meditación:
Dios da la oportunidad a cada uno para dar testimonio, para manifestarnos a su favor. Juan el Bautista vivió para cumplir esa misión: Anunciar la venida del Señor, y prepararle el camino, buscando la reflexión sobre lo que el Espíritu le inspiraba.

Esta misión no es ajena a ti y a mí. Cada quién, en su estado de vida, asumiendo con alegría y responsabilidad lo que la vocación escogida nos demanda, sabe que tiene la oportunidad de hacer saber a los demás, que la vida tiene un sentido y una dirección en la persona de Jesucristo, muerto y resucitado. Una ayuda para personalizar esta consideración es hacerse las siguientes preguntas: ¿En qué virtud he de trabajar para dar un auténtico testimonio del Señor?, y ¿cómo o qué medios he de utilizar en el esfuerzo diario para irla adquiriendo?

Reflexión apostólica:
Leamos cuidadosamente en este evangelio (Jn 3, 31-36), las reflexiones del último testimonio de Juan el Bautista que nos presenta Juan el Evangelista. Puede ser para nosotros la clave del anuncio que el Señor nos pide transmitir.

Propósito:
Empezar o continuar mi camino en esa virtud que mi familia necesita ver en mí.

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