Saturday, February 24, 2007

Meditación: El que pierda su vida por mí, ése la encontrará

“Pon tu sufrimiento en mi cruz”

Evangelio:
Lucas 9 23-26
En aquel tiempo, Jesus le dijo a la multitud: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?

Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles”.

Meditación:
Jesús curaba a los enfermos, consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, sanaba a los sordos, a los ciegos, a los leprosos, liberaba a los poseídos del demonio y resucitaba a los muertos, en fin Jesús era sensible a todo sufrimiento humano, tanto al del cuerpo como al del alma.

Cristo se acercó sobre todo al mundo del sufrimiento humano por el hecho de haber asumido en sí mismo el sufrimiento.

Pensemos que durante su vida pública pasó por la fatiga, la falta de una casa, la incomprensión por parte de sus discípulos y sus parientes.

Sufrir para el cristiano debe ser una oportunidad para abrirse a la gracia de Dios que nos une al sufrimiento de su Hijo Jesucristo. En los pequeños o grandes sufrimientos, suframos como Cristo, por amor, con paciencia, con resignación, sin nunca levantar una queja, aceptándolo confiadamente.

Cristo nos dice: “Sígueme, toma parte con tus pequeños sufrimientos de la obra de la salvación del mundo. Pon tu sufrimiento en mi cruz”.

Seguir a Cristo es difícil, pero hermoso; es duro, pero no se puede comparar con nada en esta vida. La próxima vez que experimentemos un sufrimiento, del tipo que sea, pongámonos espiritualmente junto a María, que estaba al pie de la cruz y ofrezcámoslo por todos los hombres de hoy. Probemos esto, y encontraremos paz y alegría espiritual.

Reflexión Apostólica:
Ofrecer cualquier dificultad o sufrimiento por el progreso de la misión de la Iglesia.

Propósito:
Analizar la causa de mis sufrimientos, ¿no será que a veces sufrimos “en vano” porque pensamos demasiado en nosotros mismos?

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