Meditación: Andaban como ovejas sin pastor
“Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”
Evangelio:
Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Meditación:
Jesús, como con los apóstoles, está siempre pendiente de cada uno, esperándonos al regreso de nuestras actividades.
Descubro, a la luz de este evangelio, la razón poderosa de dedicar, en mi día, un espacio para la oración personal con Dios, para la meditación. El Señor quiere diariamente, no sólo oír algo de lo que estoy haciendo con la vida que me dio, sino también me llama con gran solicitud a un lugar especial en el cual la información se queda a un lado, se descansa de la actividad, y en soledad y silencio, se entra con Él al diálogo personal, que da pie a la profunda oración y que va propiciando paulatina, pero seguramente, mi conversión.
A través de este evangelio puedo imaginar como desembarcas Jesús y te encuentras con la multitud que te sigue, y al verlos como “ovejas sin pastor” te pones a instruirles. Como Tú, Señor, yo quisiera ser un incansable maestro y con mi sola presencia mostrar al Dios de amor y misericordia a todos aquellos que no han tenido la dicha de conocerte.
Reflexión Apostólica:
El Espíritu Santo nos acompaña en toda travesía apostólica y nos conduce de regreso al puerto seguro que se encuentra en la persona de Jesucristo; con Él entregamos lo realizado, o lo que se vaya realizando, al Padre Celestial. No desairemos la llamada que el Señor nos hace todos los días a la oración personal, pues es en la soledad que nos encontramos con su compañía.
Propósito:
Hoy mi oración será especial, en tiempo y en calidad.
Evangelio:
Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Meditación:
Jesús, como con los apóstoles, está siempre pendiente de cada uno, esperándonos al regreso de nuestras actividades.
Descubro, a la luz de este evangelio, la razón poderosa de dedicar, en mi día, un espacio para la oración personal con Dios, para la meditación. El Señor quiere diariamente, no sólo oír algo de lo que estoy haciendo con la vida que me dio, sino también me llama con gran solicitud a un lugar especial en el cual la información se queda a un lado, se descansa de la actividad, y en soledad y silencio, se entra con Él al diálogo personal, que da pie a la profunda oración y que va propiciando paulatina, pero seguramente, mi conversión.
A través de este evangelio puedo imaginar como desembarcas Jesús y te encuentras con la multitud que te sigue, y al verlos como “ovejas sin pastor” te pones a instruirles. Como Tú, Señor, yo quisiera ser un incansable maestro y con mi sola presencia mostrar al Dios de amor y misericordia a todos aquellos que no han tenido la dicha de conocerte.
Reflexión Apostólica:
El Espíritu Santo nos acompaña en toda travesía apostólica y nos conduce de regreso al puerto seguro que se encuentra en la persona de Jesucristo; con Él entregamos lo realizado, o lo que se vaya realizando, al Padre Celestial. No desairemos la llamada que el Señor nos hace todos los días a la oración personal, pues es en la soledad que nos encontramos con su compañía.
Propósito:
Hoy mi oración será especial, en tiempo y en calidad.
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