Saturday, February 24, 2007

Meditación: Todos honran a un profeta, menos los de su tierra

El amor al prójimo, mensaje de Jesús.

Evangelio:
Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos. Palabra del Señor.

Meditación:
Hemos visto, a través del evangelio, cómo la fe de los hombres es premiada por Jesús con el milagro y hoy leemos que, en Nazaret, al encontrarse con dudas, escándalo y falta de fe no hizo casi ningún milagro. El Señor, compasivo y misericordioso, quiere que su poder divino coincida con la fe del hombre.

Cuán importante es nuestra fe y nuestra colaboración con Dios, para que se pueda extender su Reino. Según nos narra el evangelio, Jesús se maravilló de la falta de fe de su propia gente, en Nazaret, quienes estaban escandalizados por lo que decía y hacía. Imaginemos, ¡haber sido habitantes de Nazaret y no haber entendido a Jesús! Pues de la misma manera, y con toda honestidad podemos preguntarnos: ¿Cuántas veces malinterpretamos o acomodamos a nuestra conveniencia lo que vivimos y aprendemos en el Movimiento, quizás porque no le damos la validez que realmente tiene? Démosle al Regnum Christi la importancia que se merece, dando testimonio, dentro y fuera, de congruencia y compromiso cristianos, empezando por vivir la caridad en todas sus manifestaciones.

Señor, me recuerdas hoy, de las veces que a nuestro Centro de Apostolado o a un retiro mensual, a unos ejercicios espirituales, inclusive a un curso o cursillo llega alguien, y en tu nombre, nos predica o enseña alguna materia, o el Manual. Puede que en ocasiones quedemos “maravillados” pero en otras, ¡que bien se puede aplicar la sentencia que hoy nos transmite el evangelio!: “Un profeta sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio”. Así, sentada en la silla de la soberbia, mi pensamiento cavila, cuestiona e invalida, sin escuchar lo que oigo. Y, lo increíble, es que no me percato de que esas personas son tus instrumentos, que traen tu mensaje, Señor, a los miembros del Regnum Christi, ¡a los que nos decimos apóstoles de tu Reino! Anclada en la caridad, y sin cuestionar quién es el predicador o quién imparte el Manual, acudiré con entusiasmo a mi retiro mensual y al círculo de estudio semanal.

Reflexión Apostólica:
No cabe duda, la mejor manera de colaborar con Jesús en el establecimiento del Reino de Dios, es a través de la caridad. Es, nada más y nada menos, el meollo del mensaje con el que Cristo revolucionó a la humanidad: el amor al prójimo.

Propósito:
De hoy en adelante asistiré siempre con interés e ilusión al retiro mensual.

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