Saturday, February 24, 2007

Meditación: Envió a los discípulos de dos en dos

La única medida del amor es amar sin medida

Evangelio:
Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.

Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”.

Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Meditación:
Dios Padre nos ha dado a Cristo, sin medida, todo Él es para nosotros. La originalidad del Evangelio no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que hace vida y hechos el amor. En la cruz podemos contemplar esta verdad. Es en la cruz donde el cristiano encuentra la orientación de su vivir: Amar como Cristo, pensar como Cristo, actuar como Cristo. Para ello, hay que preguntarse en cada momento del día, ¿qué haría Cristo en este momento?

Conviene también pensar que la medida de nuestra persona no radica en nuestra apariencia exterior, en nuestra inteligencia, o en los éxitos personales; nuestra medida depende de la capacidad que tenemos para amar, para perdonar prontamente, para servir a los demás.

Un aspecto importante es dar el amor sin esperar que nos amen “de regreso”. Sería bueno preguntarnos: “¿En verdad he experimentado la alegría de amar?” el amor verdadero es un amor que produce desprendimiento de nosotros y, sin embargo, nos da alegría.

Para lograr todo esto, lo primero en la vida cristiana es hacer la experiencia de que Dios nos ama. Cuando uno se siente inmensamente amado, no puede limitarse a gozar de ese amor, es necesario convertirse en amor para los demás, conscientes de que la única medida del amor es amar sin medida.

Reflexión Apostólica:
Analizar si en mi servicio a los demás y a la Iglesia espero algo “a cambio” o si es desinteresado.

Propósito:
Preguntarme durante el día: “¿Qué haría Cristo en este momento?”

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