Meditación: Alzad la mirada
Para el cristiano, la vigilancia es fuente de verdadera paz y gloria, de solicitud, de ardiente deseo, de nuevo desafío vital.
Evangelio: Lc 21,25-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -"Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneos en pie ante el Hijo del hombre".
Meditación:
Con el inicio del Adviento se abre una nueva etapa en nuestra aventura espiritual. Es un momento intenso. El Evangelio nos invita a vigilar, a estar atentos. Si observamos bien, es lo mismo que debemos hacer todos los días: atención cuando conducimos el coche, atención cuando hablamos (para no herir a nadie), atención cuando cocinamos... Jesús nos habla del fin del tiempo y quiere que tengamos esa misma actitud de atención, de cuidado, de vigilancia. Nos exhorta a una vigilancia que no sea sólo prudencia humana, sino sabiduría espiritual.
Con una rápida lectura del pasaje evangélico de hoy, puede parecer que "prestar atención", "vigilar", quiere decir vivir en el miedo, en el ansia de una angustia inminente que sobrevuela constantemente sobre nuestras cabezas. Para el cristiano, la vigilancia es fuente de verdadera paz y gloria, de solicitud, de ardiente deseo, de nuevo desafío vital, porque piensa sobre todo en aquel que está por venir. Ciertamente, sabe que debe esforzarse por quitar del camino todos los obstáculos; es el aspecto ascético, penitencial del Adviento, el trabajo de conversión fuertemente subrayado por el Evangelio. La invitación a la vigilancia no debe interpretarse como si fuese el aviso de una catástrofe, sino como si el Señor nos dijera: "Prestad atención a vivir de tal modo que la Navidad os pueda dar la alegría de Dios. No continuéis caminando con la cabeza agachada, inmersos en las realidades caducas, sino alzar la cabeza, mirad desde hoy el verdadero futuro... Volved a colocar en vuestro corazón la sencillez, para descubrir en el niño que nace al salvador que os llama a convertiros en peregrinos hacia la Jerusalén celeste".
Oración:
Ilumina, Señor, nuestro corazón y nuestra mente, para que sepamos acoger con fe y vivir con humildad el misterio del sufrimiento, descubriendo en él los signos inconfundibles de tu amor. Tú que no has perdonado a tu amado hijo, sino que le has entregado por todos nosotros, haz que lo reconozcamos presente en nuestros hermanos y que le preparemos una digna morada en nuestro corazón.
Propósito:
Repetiré durante el día el salmo responsorial: "A ti, Señor, levanto mis ojos".
Evangelio: Lc 21,25-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -"Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneos en pie ante el Hijo del hombre".
Meditación:
Con el inicio del Adviento se abre una nueva etapa en nuestra aventura espiritual. Es un momento intenso. El Evangelio nos invita a vigilar, a estar atentos. Si observamos bien, es lo mismo que debemos hacer todos los días: atención cuando conducimos el coche, atención cuando hablamos (para no herir a nadie), atención cuando cocinamos... Jesús nos habla del fin del tiempo y quiere que tengamos esa misma actitud de atención, de cuidado, de vigilancia. Nos exhorta a una vigilancia que no sea sólo prudencia humana, sino sabiduría espiritual.
Con una rápida lectura del pasaje evangélico de hoy, puede parecer que "prestar atención", "vigilar", quiere decir vivir en el miedo, en el ansia de una angustia inminente que sobrevuela constantemente sobre nuestras cabezas. Para el cristiano, la vigilancia es fuente de verdadera paz y gloria, de solicitud, de ardiente deseo, de nuevo desafío vital, porque piensa sobre todo en aquel que está por venir. Ciertamente, sabe que debe esforzarse por quitar del camino todos los obstáculos; es el aspecto ascético, penitencial del Adviento, el trabajo de conversión fuertemente subrayado por el Evangelio. La invitación a la vigilancia no debe interpretarse como si fuese el aviso de una catástrofe, sino como si el Señor nos dijera: "Prestad atención a vivir de tal modo que la Navidad os pueda dar la alegría de Dios. No continuéis caminando con la cabeza agachada, inmersos en las realidades caducas, sino alzar la cabeza, mirad desde hoy el verdadero futuro... Volved a colocar en vuestro corazón la sencillez, para descubrir en el niño que nace al salvador que os llama a convertiros en peregrinos hacia la Jerusalén celeste".
Oración:
Ilumina, Señor, nuestro corazón y nuestra mente, para que sepamos acoger con fe y vivir con humildad el misterio del sufrimiento, descubriendo en él los signos inconfundibles de tu amor. Tú que no has perdonado a tu amado hijo, sino que le has entregado por todos nosotros, haz que lo reconozcamos presente en nuestros hermanos y que le preparemos una digna morada en nuestro corazón.
Propósito:
Repetiré durante el día el salmo responsorial: "A ti, Señor, levanto mis ojos".
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