Meditación: El Reino de Dios está cerca
La fe nos da, ya desde ahora, una libertad nueva, la libertad de quien sabe que tiene en el cielo un Padre amoroso, que cuida de él.
Evangelio: Lc 21, 29-33
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: -"Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".
Meditación:
Jesús nos exhorta a abrir los ojos, a considerar bien lo que está sucediendo a nuestro alrededor para entenderlo. Más concretamente, nos invita a alcanzar una mirada de fe para saber valorar los eventos, no según la mentalidad del mundo, sino según el Evangelio. Nos invita, de este modo, a acoger el verano de la gracia y a gozarnos de los frutos maduros.
Cuando Jesús nos habla de su reino, del reino del Padre, no quiere sólo que lo conozcamos de lejos, sino quiere regalárnoslo. Para esto ha venido a la tierra, para hacernos coherederos del reino, hijos de Dios, hijos en el Hijo. Nosotros debemos creerle; es esta la condición necesaria para ser salvados. Y la salvación no se refiere sólo a la vida después de la muerte. La fe nos da, ya desde ahora, una libertad nueva, la libertad de quien sabe que tiene en el cielo un Padre amoroso, que cuida de él. Por este motivo Jesús puede decir que el reino de Dios está cerca; de hecho, tan cerca que se esconde en nuestro corazón, cuando le abrimos a su palabra. El reino comienza en nosotros, y a través de nosotros puede llegar a otros hombres.
Pero, ¿cómo es posible abrir los ojos a lo invisible de la fe? Jesús nos lo dice: la clave está en la escucha asidua de su palabra, una palabra que, guardada con amor, es semilla, luz que iluminará, fuente que hará crecer y florecer los más áridos desiertos.
Oración:
Tu palabra, Señor, sea nuestro alimento diario, para que, alimentados por ella, podamos creer y perseverar en una vida de auténtica fe, siempre atentos a acoger tu voluntad y dispuestos a cumplirla con amor.
Propósito:
Hoy prestaré atención para descubrir los signos de la cercanía de Dios en mi vida y en el mundo, y daré gracias por esta cercanía.
Evangelio: Lc 21, 29-33
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: -"Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".
Meditación:
Jesús nos exhorta a abrir los ojos, a considerar bien lo que está sucediendo a nuestro alrededor para entenderlo. Más concretamente, nos invita a alcanzar una mirada de fe para saber valorar los eventos, no según la mentalidad del mundo, sino según el Evangelio. Nos invita, de este modo, a acoger el verano de la gracia y a gozarnos de los frutos maduros.
Cuando Jesús nos habla de su reino, del reino del Padre, no quiere sólo que lo conozcamos de lejos, sino quiere regalárnoslo. Para esto ha venido a la tierra, para hacernos coherederos del reino, hijos de Dios, hijos en el Hijo. Nosotros debemos creerle; es esta la condición necesaria para ser salvados. Y la salvación no se refiere sólo a la vida después de la muerte. La fe nos da, ya desde ahora, una libertad nueva, la libertad de quien sabe que tiene en el cielo un Padre amoroso, que cuida de él. Por este motivo Jesús puede decir que el reino de Dios está cerca; de hecho, tan cerca que se esconde en nuestro corazón, cuando le abrimos a su palabra. El reino comienza en nosotros, y a través de nosotros puede llegar a otros hombres.
Pero, ¿cómo es posible abrir los ojos a lo invisible de la fe? Jesús nos lo dice: la clave está en la escucha asidua de su palabra, una palabra que, guardada con amor, es semilla, luz que iluminará, fuente que hará crecer y florecer los más áridos desiertos.
Oración:
Tu palabra, Señor, sea nuestro alimento diario, para que, alimentados por ella, podamos creer y perseverar en una vida de auténtica fe, siempre atentos a acoger tu voluntad y dispuestos a cumplirla con amor.
Propósito:
Hoy prestaré atención para descubrir los signos de la cercanía de Dios en mi vida y en el mundo, y daré gracias por esta cercanía.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home