Wednesday, November 29, 2006

Meditación: La fuerza misteriosa del amor

Si sufrimos con alegría, se preguntarán quién es ese, que dona tanta generosidad y fortaleza de alma.

Evangelio: Lc 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -"Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas".

Meditación:

Aquellos que han permanecido fieles a Dios, y que serán salvados por el cordero son descritos por el Apocalipsis como rectos en un mar de cristal, y elevan un canto de gloria y agradecimiento. Nosotros, con frecuencia, nos excusamos en que estos tiempos que corren se parecen a un mar en tormenta, donde impetuosas olas nos impiden avanzar en el camino del cristianismo. ¿No nos ha asegurado Cristo, como a Pedro, que es posible caminar sobre el agua? Basta que tengas fe.

En el evangelio, Jesús dibuja rápidamente, pero con claridad, lo positivo de las persecuciones contra la fe. Si somos perseguidos por causa de Cristo, y no por nosotros mismos, tenemos la posibilidad de ofrecer un auténtico testimonio de fe. La huida a otras ciudades es la ocasión de predicar a Jesús allí; el ser conducido delante de los tribunales nos ofrece el modo de anunciar el Evangelio en lugares hostiles, en ambientes donde nunca sería predicado. El rechazo mismo de nuestros familiares, por la práctica auténtica del cristianismo, nos permite predicar en casa.

Todo depende de nuestra actitud: si nos lamentamos, los demás verán en nosotros a hombres y mujeres "del montón", "normales". Si en cambio sufrimos con alegría, se preguntarán quién es ese, que dona tanta generosidad y fortaleza de alma. Tendrán, además, la posibilidad de descubrir nuestro secreto: Cristo. Naturalmente, las decisiones heroicas presuponen una certeza positiva, fuerte y absoluta. Nosotros la tenemos: Jesús, durante un cierto tiempo, deja caminar la historia humana casi a la deriva, pero Él dirá la palabra definitiva.

Preguntémonos: ¿Qué me dice a mí la palabra de Dios: "Quién no glorificará tu nombre, Señor, porque Tú solo eres santo"? ¿Encuentro confianza en la frase del Evangelio: "Si me han perseguido a mí, también os perseguirán a vosotros"? Las pruebas y dificultades para dar testimonio de tu vida cristiana, ¿no desaparecen al saber que "ni siquiera un cabello vuestro se perderá"?

Oración:

"Grandes y admirables son tus obras, oh Señor, Dios omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, oh Rey de las gentes. ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque Tú solo eres santo" (Ap 15,3-4).

Propósito:

Tendré presente la frase de Jesús: "Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". Hoy daré testimonio de mi fe en casa, bendiciendo la mesa antes de comer.

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