Saturday, November 25, 2006

Meditación: Dios de vivos

Evangelio: Lc 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -"Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella". Jesús les contestó: -"En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participarán en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor ‘Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob’. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos". Intervinieron unos escribas: -"Bien dicho, Maestro". Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Meditación:

Al inicio de este pasaje, son los saduceos quienes se acercan a Jesús; al final, son los escribas quienes dicen: "Has respondido bien, Maestro". Jesús es sometido a una prueba en una sutil cuestión jurídica: las relaciones interpersonales en la vida que nos espera, cuando nuestro paréntesis terreno haya terminado. Conciben el mundo de Dios, o sea, el mundo de la vida sin fin, al estilo de la vida en este mundo. Es aquí donde se equivocan.

Jesús penetra de inmediato en lo esencial: afirma, sobre todo, que el mundo futuro no es semejante a este presente, y no puede ser juzgado o evaluado del mismo modo. De hecho, aquellos que serán juzgados dignos del mundo futuro y la resurrección de la carne, no tomarán ni mujer ni marido, porque serán como ángeles y -se añade en el evangelio de Lucas- como hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Dios será la plenitud de la vida. Sobre esta verdad se funda la vida de los resucitados, o sea, la vida que poseerán, mediante la resurrección. Es ésta una vida que viene de Dios, no por generación carnal: "Los resucitados son hijos de Dios, nacidos de Él". Jesús, citando la Escritura cuando habla de la zarza que ardía sin consumirse (Ex 3, 2), afirma que Dios se revela como "el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,", un Dios de los vivos. Y añade: "Porque todos viven por Él". Es lógico, por tanto, que "no puedan morir". La vida que poseen es la vida misma de Dios, y por ello una vida que no puede terminar, pues viven por Él.

Preguntémonos: ¿Qué me dice esta página del evangelio? ¿Cómo es mi fe en la resurrección? ¿Creo de verdad en la resurrección de la carne y en la vida eterna?

Oración:

Se siembra un cuerpo corruptible, pero resucita incorruptible. Del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terrestre, así llevaremos la imagen del hombre celestial.

Propósito:

Profundizaré en la frase: "Serán como ángeles de Dios… Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque todos viven por Él". Hoy quiero dar un testimonio concreto de mi fe en la resurrección.

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