Wednesday, April 04, 2007

Meditación: No gritará ni hará oír su voz en las plazas

Déjala, esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura

Evangelio:
Jn 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.

Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.

Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres sostendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.

Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.

Meditación:

La cantidad y el precio elevado del perfume indican el gran aprecio de María por Jesús. Según los otros evangelistas, María unge la cabeza de Jesús, mientras que Juan subraya la unción de los pies del Señor como acto excepcional de veneración.

Busca Jesús a sus amigos en Betania, seis días antes de la Pascua, nos dice el Evangelio. Considerando hoy la similitud del lapso hacia la Pascua cristiana, me invitas a pensar, Señor, que te acercas a mí queriendo encontrar en mi corazón, tu Betania: un espacio limpio, pulcro, amable en donde sabes que eres esperado con entrega y cariño; en el que se piensa cómo darte gusto y se reconoce y agradece el bien que le has hecho con tu amor y tu presencia. Hoy, cuando llegue a ti y a mí, personalmente, Jesucristo en la Eucaristía, ¡que su Betania esté muy bien preparada para darle nuestra mejor acogida!

Reflexión apostólica:
Aunque sean días de cambio de actividad y se ocupen en recreación y descanso, el apóstol no se olvida de su Señor Jesucristo y encuentra el momento de agradecerle la vida, de atenderlo en las almas del prójimo y de entregarle su amor en la oración, uniéndose con Él en la Eucaristía.

Propósito:
Acoger a Jesús, acogiendo con amor a mi prójimo.

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