Wednesday, April 04, 2007

Meditación: Domingo de Ramos de la Pasión del Señor

Los hijos de Israel, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando “hosanna en el cielo”

Evangelio:
Lc 19, 28-40
En aquel tiempo, Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’”.

Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él.

Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”

Algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Él les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”.

Meditación:

Entramos hoy en la Semana Santa. En estos días acompañaremos a Cristo en las últimas etapas de su vida terrena. Así como aquel día la gente aclamó a Jesús cuando entró a Jerusalén, nosotros nos disponemos a recibirlo hoy como a nuestro Salvador.

Jesús entra en la ciudad montado en un asno que ni siquiera le pertenece. Lo pide prestado. No busca una carroza, ni un caballo. Busca un animal de la gente común y sencilla. Jesús viene a manifestársenos como un rey que sólo puede ser recibido en la humildad, en el desprendimiento. Comencemos esta Semana Santa con disposiciones de sencillez, abriendo nuestro corazón a la salvación que Jesús nos ofrece.

El pasaje evangélico de hoy nos dice que las gentes alababan a Dios mientras que los fariseos les pedían que se callaran. Hoy en día, son muchas también las voces que se alzan y piden a los cristianos que “callen”. La Semana Santa es una oportunidad para vivir nuestra fe. Ya sea que estemos trabajando o en medio de unos días de descanso, debemos testimoniar al mundo que seguimos a Cristo y que queremos que Él sea nuestro Rey. Podemos hacerlo dedicando unos minutos diarios a la oración, acudiendo a las celebraciones de esta semana con fervor, y mostrándonos en todo momento como verdaderos cristianos. Pero no sólo eso, aquel día las gentes gritaban “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!”, hoy como entonces, cada uno debe encontrar modos de “gritar” al mundo que Jesús es nuestro Salvador, que Él es quien nos ha enviado el Padre.

Reflexión apostólica:
Es conveniente planear esta Semana Santa dando prioridad al misterio de nuestra salvación que vamos a celebrar. Que todas nuestras actividades vayan dirigidas a acompañar a Jesús.

Propósito:
Dedicar unos minutos a ofrecerle a Jesús mi Semana Santa, prometiéndole acompañarlo y agradarle especialmente estos días.

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