Wednesday, April 04, 2007

Meditación: Serás padre de una multitud de pueblos

Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme

Evangelio:
Jn 8, 51-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. Los judíos le dijeron:”Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”

Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su Palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.
Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”. Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. Palabra del Señor.

Meditación:
La muerte a la que se refería Jesús era incomprensible para las personas que lo acompañaban y escuchaban. Pero para mí es absolutamente clara: Vivir alejado de la Palabra me lleva a la desolación, a la tristeza y a la angustia. ¡El morir alejado de la Palabra, me lleva a la condenación eterna! Así nos dice Jesús: “Si alguno guarda mi palabra no probará la muerte jamás”. Y guardarla, Señor, es no ocultarla, es sacarla a la luz, encontrándole cada vez más las innumerables facetas que cada persona puede aplicar en su estado de vida y circunstancias propias. Guardarla es interiorizarla, mas no con el fin de sólo regocijarme en ella y en su verdad, sino encontrando la inspiración y el motor que ponga ya a andar mi compromiso de Evangelización.

Es deber ineludible e inaplazable, formar y pulir constantemente nuestra conciencia, nutriéndonos de la Palabra de Dios al leer y meditar el Evangelio diariamente, con el fin de hacerlo vida, apoyados en la oración y en los sacramentos. Como a los judíos de entonces, en este Evangelio Jesús nos dice que en Él, Dios se ha hecho presente en el mundo, que se ha introducido en nuestra historia y nos propone la vida de amor, la de la liberación del pecado, y la eterna que vence la muerte y el tiempo. Somos nosotros, ahora, los que con el testimonio de vida, de palabra y de acción hemos de darle difusión.

Reflexión Apostólica:
Como apóstol he de estar plenamente identificado con mi misión y totalmente comprometido con la Palabra, teniendo el firme propósito de buscarla y conocerla cada día más. Anhelo vivirla y comunicarla a los demás, Señor, quiero ser su promotor incansable, “hasta morir en la raya”.

Propósito:
Invitar a los de mi familia a la lectura personal y diaria del Evangelio.

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