Meditación: Amen a sus enemigos
Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que ha ce salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Meditación:
La segunda parte de este precepto de la antigua Ley, “odiarás a tu enemigo” es una mala interpretación del original arameo: “No tienes por qué amar a tu enemigo”. Aún así Jesús va más allá; Él pide a sus seguidores que se ame al enemigo quien sigue siendo, a pesar de todo, su prójimo.
Desde San Esteban, pasando por los cristeros y hasta el último mártir de hoy, todos veían en los hombres que los atacaban y hasta en sus verdugos al pecador que necesitaba de la gracia y del perdón de Dios. Ponían en práctica, no por valientes ni masoquistas, el mandato del Señor de amar y orar por el enemigo.
El Espíritu Santo, quien estuvo presente con Cristo en la cruz, estaba también en todos estos martirios y muertes violentas, señalando que el enemigo a perseguir y con el que no se puede pactar, es el pecado. Igual que Cristo, todos estos mártires imploraban al Padre celestial: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Pidamos en nuestra diaria oración, por todos aquellos que agreden, que odian, que mienten y que son enemigos personales de la Iglesia del Señor.
Reflexión Apostólica:
Sabemos y sentimos que nos rebasa la petición del Señor en este Evangelio: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. Sin embargo, es el deseo de Jesús y acogiéndolo, trabajemos con la ayuda del Espíritu Santo en ir cincelando en nuestro ser el perfil de Jesucristo….
Propósito:
Entender que disculpar es la apertura a los demás que Cristo pide.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que ha ce salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Meditación:
La segunda parte de este precepto de la antigua Ley, “odiarás a tu enemigo” es una mala interpretación del original arameo: “No tienes por qué amar a tu enemigo”. Aún así Jesús va más allá; Él pide a sus seguidores que se ame al enemigo quien sigue siendo, a pesar de todo, su prójimo.
Desde San Esteban, pasando por los cristeros y hasta el último mártir de hoy, todos veían en los hombres que los atacaban y hasta en sus verdugos al pecador que necesitaba de la gracia y del perdón de Dios. Ponían en práctica, no por valientes ni masoquistas, el mandato del Señor de amar y orar por el enemigo.
El Espíritu Santo, quien estuvo presente con Cristo en la cruz, estaba también en todos estos martirios y muertes violentas, señalando que el enemigo a perseguir y con el que no se puede pactar, es el pecado. Igual que Cristo, todos estos mártires imploraban al Padre celestial: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Pidamos en nuestra diaria oración, por todos aquellos que agreden, que odian, que mienten y que son enemigos personales de la Iglesia del Señor.
Reflexión Apostólica:
Sabemos y sentimos que nos rebasa la petición del Señor en este Evangelio: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. Sin embargo, es el deseo de Jesús y acogiéndolo, trabajemos con la ayuda del Espíritu Santo en ir cincelando en nuestro ser el perfil de Jesucristo….
Propósito:
Entender que disculpar es la apertura a los demás que Cristo pide.
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