Meditación: Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal
Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Meditación:
“Cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar…” Esta frase del evangelio puede evocar en nosotros un momento específico de la celebración eucarística: la presentación de las ofrendas. Este gesto humilde y sencillo tiene un sentido profundo. En el pan y en el vino que llevamos al altar están representadas también nuestras vidas, pues todo es precioso a los ojos de Dios.
Todas nuestras obras, oraciones, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso… Todo, si se realiza en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, se convierte en sacrificios espirituales agradables ofrecidos a Dios Padre unidos a la ofrenda del Cuerpo del Señor.
Por último, este pasaje evangélico nos invita igualmente a reflexionar en la caridad para con el prójimo. Recordemos que la Eucaristía es el sacramento de la caridad y quien participa en ella se compromete a vivir ese mismo amor en actitudes y comportamientos de vida.
Reflexión apostólica:
Hemos de profundizar en la convicción de que la auténtica participación en la Eucaristía comporta un ejercicio práctico de la caridad.
Propósito:
Relacionarme con los demás con la misma caridad del Corazón de Cristo, siendo comprensivo, paciente, etc.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Meditación:
“Cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar…” Esta frase del evangelio puede evocar en nosotros un momento específico de la celebración eucarística: la presentación de las ofrendas. Este gesto humilde y sencillo tiene un sentido profundo. En el pan y en el vino que llevamos al altar están representadas también nuestras vidas, pues todo es precioso a los ojos de Dios.
Todas nuestras obras, oraciones, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso… Todo, si se realiza en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, se convierte en sacrificios espirituales agradables ofrecidos a Dios Padre unidos a la ofrenda del Cuerpo del Señor.
Por último, este pasaje evangélico nos invita igualmente a reflexionar en la caridad para con el prójimo. Recordemos que la Eucaristía es el sacramento de la caridad y quien participa en ella se compromete a vivir ese mismo amor en actitudes y comportamientos de vida.
Reflexión apostólica:
Hemos de profundizar en la convicción de que la auténtica participación en la Eucaristía comporta un ejercicio práctico de la caridad.
Propósito:
Relacionarme con los demás con la misma caridad del Corazón de Cristo, siendo comprensivo, paciente, etc.
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