Monday, April 09, 2007

Meditación: Sábado santo de la sepultura del Señor

Vigilia Pascual en la noche Santa

Evangelio:
Lc 24, 1-12
El primer días después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’”. Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.
Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Meditación:
Los mensajeros de Dios, vestidos de blanco, dijeron a las mujeres que buscaban el cuerpo del Señor en el sepulcro que Jesús había resucitado, y este es el mismo mensaje que nos dirige hoy el evangelista San Lucas: ¡Jesús está vivo!

Sin embargo, al vivir inmersos en nuestras ocupaciones se nos puede escapar la grandeza de este anuncio. ¿Qué debe significar para nosotros hombres del siglo XXI la resurrección de Jesús?

Jesús murió por amor en la cruz. Pero no podía morir para siempre porque Él como segunda persona de la Trinidad es Vida. Su resurrección es una invitación a participar para siempre de su vida en el cielo. Esto no significa desentendernos de los compromisos de cada día, más bien quiere decir impregnar nuestras actividades con una dimensión sobrenatural. En medio de la cotidianeidad, podemos vivir en Cristo. De esta manera la resurrección no es un algo del pasado, sino que toca íntimamente nuestras vidas.

La Pascua además, debe redimensionar toda nuestra existencia de cara a la eternidad, ha de producir una inmensa alegría, porque la resurrección de Cristo quiere decir que la gracia vence al pecado, que estamos destinados a participar en su resurrección.

El ejemplo de las mujeres que anunciaron estas cosas a los Once y a todos los demás, nos debe estimular a salir de nosotros mismos y llevar el Evangelio a todas las personas con las que nos encontremos. ¡Que la fuerza de Jesús resucitado nos llene de valentía y libertad para proclamar nuestra fe en Él!

Reflexión apostólica:
Hoy puede ser una oportunidad para renovar nuestra fe en la resurrección y en base a ella, reorientar nuestra vida y nuestras acciones con una perspectiva más sobrenatural.

Propósito:
Analizar mi conciencia para ver si vivo con el corazón en el cielo o más bien está apegado a las cosas de la tierra.

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