Meditación: Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará
Rectitud de intención
Evangelio:
Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.
Meditación:
Hoy, Miércoles de Ceniza, Jesús me está introduciendo a esta cuaresma, del año 2007 y en el Evangelio me está proponiendo el modo de llevar a cabo esas obras de piedad personal que me encaminarán hacia los días santos, hacia la Pascua. Todo “en lo secreto” nos dice el Señor, y me pide así una religiosidad que, naciendo de una vida interior, pueda llevar a cabo acciones envueltas en una total pureza de intención, que se traduce en dirigir todo a Dios. De esta manera, Señor, descubro algo que me está sugiriendo este Evangelio y que es empezar la cuaresma tratando de vivir las virtudes teologales: la fe en que Dios está presente viendo mis actitudes, la esperanza en su recompensa, si aquellas son rectas, y la caridad, que es el amor a Dios que debe conllevar mi limosna, mi ayuno y mi oración.
Al hablarme, Señor, de la oración en este Evangelio, no me puede ya caber ninguna duda de la importancia fundamental que tiene ese medio de santificación, ese compromiso que me parece difícil y que a veces omito: “la meditación”. “Entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto” (Mt 6, 6). Son tus palabras, Jesús, que me invitan, me proponen y me aseguran un diálogo que quiere tener conmigo, diariamente, mi Padre Celestial. ¡Cómo no voy a dedicar a ello algún espacio en el día!
Jesucristo, yo deseo con toda el alma acercarme más a Ti en esta cuaresma; me doy cuenta que ello se irá haciendo realidad en la medida en que vaya yo practicando, con voluntad y constancia, la oración.
Reflexión Apostólica:
La actividad apostólica nacerá con rectitud de intención si le damos al Señor esos ratos de oración diaria que Él nos pide. Allí podremos ver, con toda claridad, las disposiciones y actitudes que nosotros tengamos esta Cuaresma al dar limosna, al ayunar y al orar; esto nos servirá de punto de arranque para ser un verdadero apóstol, fiel al Señor.
Propósito:
Hablar en mi familia, sobre la importancia del Miércoles de Ceniza.
Evangelio:
Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.
Meditación:
Hoy, Miércoles de Ceniza, Jesús me está introduciendo a esta cuaresma, del año 2007 y en el Evangelio me está proponiendo el modo de llevar a cabo esas obras de piedad personal que me encaminarán hacia los días santos, hacia la Pascua. Todo “en lo secreto” nos dice el Señor, y me pide así una religiosidad que, naciendo de una vida interior, pueda llevar a cabo acciones envueltas en una total pureza de intención, que se traduce en dirigir todo a Dios. De esta manera, Señor, descubro algo que me está sugiriendo este Evangelio y que es empezar la cuaresma tratando de vivir las virtudes teologales: la fe en que Dios está presente viendo mis actitudes, la esperanza en su recompensa, si aquellas son rectas, y la caridad, que es el amor a Dios que debe conllevar mi limosna, mi ayuno y mi oración.
Al hablarme, Señor, de la oración en este Evangelio, no me puede ya caber ninguna duda de la importancia fundamental que tiene ese medio de santificación, ese compromiso que me parece difícil y que a veces omito: “la meditación”. “Entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto” (Mt 6, 6). Son tus palabras, Jesús, que me invitan, me proponen y me aseguran un diálogo que quiere tener conmigo, diariamente, mi Padre Celestial. ¡Cómo no voy a dedicar a ello algún espacio en el día!
Jesucristo, yo deseo con toda el alma acercarme más a Ti en esta cuaresma; me doy cuenta que ello se irá haciendo realidad en la medida en que vaya yo practicando, con voluntad y constancia, la oración.
Reflexión Apostólica:
La actividad apostólica nacerá con rectitud de intención si le damos al Señor esos ratos de oración diaria que Él nos pide. Allí podremos ver, con toda claridad, las disposiciones y actitudes que nosotros tengamos esta Cuaresma al dar limosna, al ayunar y al orar; esto nos servirá de punto de arranque para ser un verdadero apóstol, fiel al Señor.
Propósito:
Hablar en mi familia, sobre la importancia del Miércoles de Ceniza.
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