Wednesday, March 07, 2007

Meditación: Sean perfecto, como su Padre celestial es perfecto

Evangelio:
Mt 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos e injustos.

Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen?¿no hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”.

Meditacion:
Jesús es muy claro al indicarnos el camino real del amor: “Amar a todos… hacer siempre el bien… rogar por los demás…” En efecto el amor tiene primacía sobre todo lo demás. A veces podemos no sentir ninguna simpatía por los demás, podemos estar cansados de tal defecto de una persona, nos podemos sentir heridos por la actitud de un amigo o el cónyuge, y la lista se puede alargar, sin embargo, siempre podemos amar, con independencia de las circunstancias. El amor siempre puede ejercitarse, tanto en lo bueno como en lo malo.

Para vivir así, lo primero es dejarse amar por Dios. Creer en su amor; y es que con gran facilidad dudamos de el. Hemos de confiar ciegamente en el amor de Dios por nosotros. Así sabiéndonos amados por Dios, a pesar de nuestra pobreza estaremos en mejores condiciones de corresponderle, y de poner en práctica lo mismo en relación con los demás.

Para amar a los demás con la misma medida en que Dios los ama comencemos por practicar la paciencia. Paciencia con los defectos del prójimo. Muchas veces la impaciencia es reflejo de cuánto nos ponemos en primer lugar a nosotros mismos, de cuánto nos apegamos a nuestros criterios, y cuán estrecho puede ser nuestro corazón para aceptar a los demás.

Jesús dio su vida por todos los hombres y nos llama a dar la nuestra también por los demás. Pero no podremos cumplir su mandato del amor si no comenzamos con los pequeños detalles de cada día, de paciencia, comprensión, perdón, caridad.

Reflexión apostólica:
¿Sé amar a todos los hombres como Cristo nos lo manda? Puedo examinar si tengo caridad para con todos o sólo para con algunos y bajo ciertas condiciones.

Propósito:
Dirigirme con respeto y paciencia a quien más me cueste tratar.

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