Friday, December 29, 2006

Meditación: Un llanto sin consuelo

En la fe, el luto se ilumina de esperanza, de un cierto gozo.

Evangelio: Mt 2, 13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -"Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto". Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado por medio de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven".

Meditación:

Si en la noche de Navidad la Iglesia nos invita a cantar la gloria de Dios, que ha bajado de lo alto del cielo y se ha fijado en la tierra, el misterio de la encarnación se presenta también como una realidad de pasión y de sufrimiento, porque "la luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la han recibido". Después del martirio de san Esteban, el calendario litúrgico celebra hoy a los santos inocentes. No conocemos sus nombres, sino sólo su prerrogativa; eran recién nacidos en Belén, y fueron hechos asesinar por Herodes, que se sentía amenazado por el recién nacido rey de los judíos. Su misma muerte es un testimonio: "Con la boca del infante afirmas tu poder contra todos tus adversarios, para reducir al silencio a los enemigos y rebeldes" (Sal 8,3). El obispo Quodvuldeus comenta: "Estos niños, sin saberlo, mueren por Cristo. Cristo ha hecho testigos suyos a aquellos que no hablaban todavía". Y san Cipriano añade una aguda observación: "La infancia inocente demuestra que nadie es inmune a la amenaza de la persecución, pues también aquellos niños sufrieron el martirio". ¿Somos conscientes de ello? ¿Estaríamos dispuestos a dar este testimonio de sangre?

La página evangélica de la muerte de los inocentes es para nosotros de extraordinaria actualidad. Cada día las crónicas de sucesos hacen pasar frente a nuestros ojos espectáculos de gran crueldad con los más pequeños, objetos de innoble disfrute, de deshumano mercado, de atroz ferocidad... No bastaron las lágrimas humanas para lavar tales manchas de pecado. Raquel -o sea, la madre Iglesia- no quiere, no puede ser consolada, porque la vida es destruida desde el mismo momento de la concepción. Pero en la fe, el luto se ilumina de esperanza, de un cierto gozo.

Dar la vida por Cristo, esto es lo que cambia el sentido y el valor del sufrimiento. "Nuestras cruces adquieren valor si son consideradas y acogidas como parte de la cruz de Cristo, si se iluminan con su verdadera luz. Sólo en aquella cruz nuestros sufrimientos se convierten en nobles y adquieren su verdadero sentido" (Benedicto XVI).

Oración:

Señor Jesús, acabas de nacer y Tú ya estás muriendo con los pequeños de Belén, y continúas muriendo hoy donde la vida es despreciada. No permitas que el horror del mal nos escandalice. Enciende en nosotros la fe y la esperanza. Que donde la razón no llega, haz que el corazón, iluminado por la luz de tu Espíritu, sepa siempre penetrar, intuir el valor redentor del sufrimiento vivido íntimamente unido a ti.

Propósito:

Ofreceré mis oraciones y mis trabajos diarios por todos los niños abandonados, maltratados, asesinados en los primeros años (meses, semanas) de su vida. Me examinaré para ver cómo puedo ser signo de amor y solidaridad para los que sufren a mi alrededor.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Sigue asi, lo llevas bien tu ve rezando a la nada que nadie te leera ...

12:49 AM  

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