Saturday, December 09, 2006

Meditación: Construir sobre roca

Oh Jesús, he encontrado finalmente mi vocación: en el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el corazón

Evangelio: Mt 7, 21. 24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «No todo el que dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».

Meditación:

"Si sois lo que debéis ser, prenderéis fuego al mundo", le gustaba decir al Papa Juan Pablo II cuando se dirigía a los jóvenes, encendiendo en ellos deseo de la santidad. La historia nos demuestra qué cierto es que, donde hay un hombre santo, de improviso desaparecen los obstáculos aparentemente insuperables, y se crea un flujo y reflujo del amor de Dios, que empuja y estimula. Basta para nosotros recordar el nombre de la madre Teresa de Calcuta.

Pero la historia nos muestra también que detrás de una vida santa hay una palabra que ha tocado el corazón, comenzando una radical conversión.

Cómo no recordar a santa Teresa de Lisieaux y su descubrimiento fulminante. "Me volví a las cartas de san Pablo... Continué leyendo y encontré la frase: ´Aspirad a los carismas mejores...´. Entendí que la Iglesia tiene un corazón, un corazón que arde de amor. En ese momento, con gran alegría y plenitud de ánimo, exclamé: ´Oh Jesús, he encontrado finalmente mi vocación: en el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el corazón´".

Los ejemplos se podrían multiplicar, pero lo principal es que cada día la palabra de Dios pueda hablar a nuestro corazón y dejemos que aquella semilla pueda ser fecundada por el Espíritu Santo.

Oración:

Llénanos, Señor, de tu espíritu de sabiduría, para que cada una de nuestras decisiones y acciones estén hechas a la luz de tu palabra. Llénanos de tu espíritu de humildad, para que dejándonos corregir y modelar por ti, podamos convertirnos en piedras vivas de la santa Iglesia y seamos colocados por ti allí donde veas que podemos contribuir más al bien de todos. Llénanos del espíritu de amor, para que nuestra alegría sea conformarnos con tu voluntad.

Propósito:

Por la mañana, a mediodía y a media tarde recitaré el Ángelus, poniendo especial atención a las palabras: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra".

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