Meditación: ¿Qué os pareace?
Es, o debe ser, normal para un cristiano estar dispuesto a cualquier sacrificio con tal de buscar a una oveja perdida.
Evangelio: Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».
Meditación:
La parábola del evangelio de Mateo empieza con una pregunta, una invitación a tomar una decisión personal: ¿Qué os parece? Es una pregunta que para Jesús -y por tanto para cada cristiano- no debe quedar sin respuesta. Es, o debe ser, normal para un cristiano estar dispuesto a cualquier sacrificio con tal de buscar a una oveja perdida, es decir, con tal de salvar la propia vida y la de cuantos le rodean.
Leyendo esta página, todos nos reconocemos fácilmente en la oveja descarriada, porque muchas veces hemos experimentado nuestra fragilidad, nuestros fallos y pecados, nuestras rebeldías que nos han alejado. Somos, es verdad, ovejas descarriadas, pero no perdidas. El Señor nos ama de tal modo que viene a buscarnos, nos coge sobre sus hombros y nos lleva de nuevo al redil. Su palabra, los hermanos más maduros en la fe, las mismas situaciones de la vida diaria, pueden llegar a ser para nosotros la ayuda concreta que Él nos ofrece para regresar al camino de la vida.
Debemos preguntarnos si también nosotros estamos dispuestos a encontrar este camino de salvación, o si más bien preferimos permanece enfrascados en nuestro pecado, en nuestra incredulidad, prisioneros de nuestra pereza, del miedo a que el Evangelio nos pida demasiado.
Pero hay también una segunda pregunta que nos debemos hacer. En una sociedad como la nuestra, en la que la vida es despreciada de tantos modos, desde el inicio de la vida hasta su término natural, ¿tenemos el coraje de enfrentarnos a los lobos rapaces que amenazan al rebaño? ¿Estamos dispuestos a acoger a los más débiles, a los abandonados, y mostrarles el camino de la verdad? El buen pastor no se limita sólo a buscar a cargar a la oveja perdida sobre las espaldas, sino que también la conduce al redil, la ayuda a ser parte viva del rebaño.
Oración:
Señor, Padre bueno, haz que, consciente del sufrimiento que causa a tu corazón y al de mi madre, la Iglesia, nuestros descarríos y fallos, luchemos por no alejarnos de ti, sino que nos acerquemos más a ti, a tu palabra, a tus enseñanzas, precisamente en estos momentos de dificultad. Socórrenos, para que también nosotros podamos socorrer a nuestros hermanos y ser para ellos ejemplo de fidelidad.
Propósito:
Recitaré durante el día el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me falta".
Evangelio: Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».
Meditación:
La parábola del evangelio de Mateo empieza con una pregunta, una invitación a tomar una decisión personal: ¿Qué os parece? Es una pregunta que para Jesús -y por tanto para cada cristiano- no debe quedar sin respuesta. Es, o debe ser, normal para un cristiano estar dispuesto a cualquier sacrificio con tal de buscar a una oveja perdida, es decir, con tal de salvar la propia vida y la de cuantos le rodean.
Leyendo esta página, todos nos reconocemos fácilmente en la oveja descarriada, porque muchas veces hemos experimentado nuestra fragilidad, nuestros fallos y pecados, nuestras rebeldías que nos han alejado. Somos, es verdad, ovejas descarriadas, pero no perdidas. El Señor nos ama de tal modo que viene a buscarnos, nos coge sobre sus hombros y nos lleva de nuevo al redil. Su palabra, los hermanos más maduros en la fe, las mismas situaciones de la vida diaria, pueden llegar a ser para nosotros la ayuda concreta que Él nos ofrece para regresar al camino de la vida.
Debemos preguntarnos si también nosotros estamos dispuestos a encontrar este camino de salvación, o si más bien preferimos permanece enfrascados en nuestro pecado, en nuestra incredulidad, prisioneros de nuestra pereza, del miedo a que el Evangelio nos pida demasiado.
Pero hay también una segunda pregunta que nos debemos hacer. En una sociedad como la nuestra, en la que la vida es despreciada de tantos modos, desde el inicio de la vida hasta su término natural, ¿tenemos el coraje de enfrentarnos a los lobos rapaces que amenazan al rebaño? ¿Estamos dispuestos a acoger a los más débiles, a los abandonados, y mostrarles el camino de la verdad? El buen pastor no se limita sólo a buscar a cargar a la oveja perdida sobre las espaldas, sino que también la conduce al redil, la ayuda a ser parte viva del rebaño.
Oración:
Señor, Padre bueno, haz que, consciente del sufrimiento que causa a tu corazón y al de mi madre, la Iglesia, nuestros descarríos y fallos, luchemos por no alejarnos de ti, sino que nos acerquemos más a ti, a tu palabra, a tus enseñanzas, precisamente en estos momentos de dificultad. Socórrenos, para que también nosotros podamos socorrer a nuestros hermanos y ser para ellos ejemplo de fidelidad.
Propósito:
Recitaré durante el día el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me falta".
2 Comments:
me gusta mucho tu blog!...
Muchas gracias por tu comentario, te mando Saludos!
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